Bischofberger U (2024) Figurita pensativa y cuadernos. (Foto de un elemento de la instalación Cocina de mi casa)
Pop art and cultural studies? I don’t know if it would be too audacious to say that both are very similar. Cultural studies are to scientific disciplines in the Western scientific tradition what Pop Art is to Western art since the emergence of postmodernity. Both make a statement.
Both arise not as a response, but as an echo of consumer society and mass media. Both are interested in the common people. Both are initially criticized by the majority upon arrival, but they establish themselves as the prevailing approach: they ‘penetrate,’ ‘resonate,’ and ‘contaminate’ without turning back.
Both, following in the footsteps of the masters of suspicion, focus on areas that are not typically explored. However, unlike these predecessors, their approach is irreverent and transgressive, but also trivial. Both present rapid ‘frescoes,’ take bold steps, and emerge from fragmented identities, portraying equally fragmented and fragmenting entities and realities.
Both borrow from other domains and repurpose existing material. Both are accused of lacking rigor. They self-proclaim their inability to create groundbreaking inventions (revolutionary theoretical frameworks or original artistic discoveries). But unlike most who come after them, they declare what is new—not what they bring, but what they perceive and understand as new. Warhol shouts from The Factory, and Stuart Hall proclaims from Birmingham: ‘Look here,’ ‘look there.’ Ultimately, they don’t just create a school; they define the reality for everyone going forward. The artist does so through images, and the theorist through words.
Pop Art seems like the celebratory banner of a system that rises joyfully before the self-demolitions begin: it existed, shone, and still lingers silently today. In contrast, cultural studies, like the culture they approach, are elusive like slippery fish: sometimes questioning, other times confirming, and occasionally distancing themselves. Their true nature remains uncertain, slipping from one set of hands to another.
Considering all of this, I would place Pop Art at the precise point where postmodernity begins. Pop Art and cultural studies could thus be defined as the intense rash with which human culture reacts to postmodernity—a rash that, after the initial inflammation, will remain with us in some form for a very long time.
PS. In the digital package of image and text, both mesmerize us: Pop Art will forever inhabit the images it seeks to communicate, while cultural studies will permeate any text, either meticulously or boldly.
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No sé si sería muy osado decir que ambos son muy parecidos. Los estudios culturales son a las disciplinas científicas de la tradición científica occidental lo que el Arte Pop es al arte occidental desde la aparición de la posmodernidad. Ambos hacen un punto y aparte.
Ambos surgen no como respuesta, sino como eco de la sociedad de consumo y de los mass media. Ambos se interesan por la gente menuda. Ambos son denostados por la mayoría cuando llegan, pero se imponen como la forma de hacer para la mayoría y para siempre: «penetran», «calan», «contaminan» sin que haya vuelta atrás.
Ambos, siguiendo la estela de los maestros de la sospecha, enfocan hacia donde habitualmente no se mira, pero, a diferencia de estos, el enfoque es irreverente y transgresor, pero también trivial. Ambos presentan «frescos» rápidos, dan pasos atrevidos, son producto de identidades fragmentadas y retratan, igualmente, entidades y realidades fragmentadas y fragmentadoras.
Ambos toman prestado de otras áreas y reconvierten, a ambos se le acusa de falta de rigor. Ambos se autoproclaman incapaces de hacer grandes inventos (sistematizaciones teóricas rompedoras o descubrimientos artísticos originales) pero, a diferencia de la mayoría de los que vienen después, proclaman lo nuevo. No lo nuevo que ellos traen, sino lo nuevo que ellos ven y saben ver. Warhol grita desde The Factory, y Stuart Hall desde Birmingham: «mirad aquí», «mirad allá». En el fondo, no es que creen escuela, es que pontifican en su nombre lo que va a ser la realidad de todos desde ese momento en lo sucesivo; son los que bautizan nuestra realidad, los que la nombran por primera vez (el artista, con la imagen; el teórico con la palabra).
El arte pop parece que es la pancarta de confirmación del sistema que se alza gozosa antes de que empiecen las autodemoliciones: fue, brilló y transcurre todavía hoy en silencio. Los estudios culturales, en cambio, como la propia cultura a la que se acercan, son como peces escurridizos: parecen cuestionar pero a veces confirman, parecen distanciarse pero otras veces son siervos y se deslizan de unas manos a otras sin que se pueda saber nunca cómo son realmente.
Según todo lo anterior, en la tabla que he sacado de los artículos de Wikipedia, reubico al Pop Art en otro sitio que, me atrevo a decir, es justo el punto en que empieza la posmodernidad. El Pop Art y los estudios culturales, por tanto, se podrían definir como la fortísima urticaria con la que la cultura humana reacciona a la posmodernidad, pero una urticaria que, pasada la inflamación, estará con nosotros, de un modo u otro, durante mucho, muchísimo tiempo.
PS. En el paquete de imagen y texto que es el formato de todo lo digital, ambos nos hipnotizan: el arte pop estará para siempre en la imagen que intenta comunicar, y los estudios culturales impregnarán cualquier texto o bien con su minuciosidad o bien con su desparpajo o con ambos.