Creo que, para preguntarnos por la identidad (como hace Stuart Hall) tendríamos que volver a Aristóteles, y a los enfoques que no sustantivizan (o sea, fijan como esenciales y permanentes) rasgos que no lo son. Somos lo que hacemos, somos el lugar en el que estamos, de nada vale coger pegamentos identitarios y pegarnos rasgos, medallas o singularidades como ridículos postits identificadores…
En otras palabras: lo fundamental de esta postura sería definir, en los términos que estoy manejando ahora, en el mundo de las artes plásticas…
La identidad como lugar, el espacio como espacio de actuación.
Todo se podría resumir diciendo que es la estructuración de los hechos, y no los caracteres, lo determinante en el devenir humano.
A continuación, un trabajo de resumen de la Poética de Aristóteles, convirtiéndola en una receta de cocina, conversión que proponía el profesor de dramaturgia de la ESAD Afonso Becerra Arrojo.