
Bischofberger U (2025) Collage con una búsqueda de mí.
Me da igual, déjalos, me gusta Melanie Griffith y estoy conforme, me encanta que me enlaces, IA.
Toma de conciencia
Creo que la toma de conciencia es el proceso de conocimiento más humano. Opongo, en mi cabeza, la «toma de conciencia» a las puras acumulaciones de saber que alimentan a las IAs. La entiendo como de la familia de las iluminaciones, como aquellos momentos en que, de pronto, se ve lo que hasta ese momento estaba en un lugar en sombra. La entiendo como emparentada con los psicotropos, con el tensionado de la forma habitual de funcionar, como relacionada con el trasnochar o con el aislamiento o el esfuerzo extremos, con todo aquello que disloca los límites y, paradójicamente, nos saca de nosotros para devolvernos, renovados, a nosotros.
La toma de conciencia tiene relación, creo, con el hecho del pensamiento humano como algo inserto en un cuerpo y una historia. Me imagino todo lo que cambia un mapa en relieve iluminado de un modo o de otro; cambia el lugar o la intensidad de la luz y el juego de luces y sombras genera algo muy distinto si lo que queremos es un plan para recorrerlo. El pensamiento como una mirada que sólo ve un relieve entre muchos y que se queda con él hasta que otro, de pronto, mediante una toma de conciencia, se le aparece. El cambio se ha producido sin que haya habido más de nada, todo estaba ya antes, ha cambiado sólo eso, el foco, la toma de conciencia.
Estoy casi segura de la centralidad de la atención en este momento de la Historia humana, de que la palabra clave para entender casi todo lo que está pasando en el mundo hoy es la palabra atención. Dirigir la atención es la misión principal de esa realidad performativa que son los antiguos y nuevos medios. La atención manipulada es la realidad inmediata de nuestra humanidad, la realidad de la que partimos este segundo cuarto del siglo XXI que empieza hoy. «Usuario» como entidad de atención manipulada.
Pero, humano, eres mucho más que usuario. Eres mucho más que atención manipulada. Tus procesos de toma de conciencia en cascada, titubeantes, tartamudeantes, sin bagajes teóricos, temblorosos y cargados de emoción están al caer. Su propia fragilidad hará que caigan muy rotundos. Y si el sumatorio complejísimo que constituye una identidad es un mapa en relieve sólo parcialmente iluminado, la cultura es, igualmente, un sumatorio complejísimo en relieve, consensuado, contradicho y completado por la cultura de enfrente. Entonces la cultura entrará en procesos de toma de conciencia, ajenos a los avances científicos o no, contradictorios con ellos o no, que impliquen justicia o injusticia, pero procesos de toma de conciencia que lo revolverán todo. Yo creo que será para bien y (¡me alegro!) serán situaciones incontrolables. Yo confío en nosotros.
La voz performativa
Respecto a mí, los disloques de horarios, de hábitos y de sustancias psicoactivas como el alcohol mueven la luz en el mapa en relieve que soy y me recuerdan, una vez más, los errores que cometí por no tener conciencia, la falta de atención a esto o aquello, la gran limitación que impone el afán de logro cuando ilumina un camino largo, largo -pero estrecho, estrecho. El no-saber como dolor ¿es algo que se le puede transmitir a la IA? La identidad como limitación ¿no sería lo básico y esencial de ese concepto, del de identidad? Sí, dice gritando todo oriente. Asumo la voz performativa como propia porque es el único modo de competir con esa otra voz, la del statu quo vigente que hace atender, en vez de decir: «¡Atiende a esto!», «¡Atiende a aquello!», «¡Mira aquí…!», «¡Mira allá!».
Deseos de año nuevo
Un deseo: para el año nuevo no quiero que la IA enlace mis dibujos, que me gustan, junto a las imágenes que representan a dos películas que retratan realidades desagradables: La hoguera de las vanidades, declarada pésima película casi por unanimidad y con un proceso de creación descabalado al máximo, y The Talented Mr. Ripley, historia de un desalmado farsante. No sé qué relieves has encontrado en mí, IA, que te autoricen a describirme con pinceles tan sucios. Primero, a través de estas asociaciones con películas sobre historias tan fallidas en forma o fondo. Y segundo, a través de posts como éste que adjunto al final de esta entrada. Un post que has lanzado sin ningún recato, sin considerar luces y sombras, negligiéndome, negligiendo mi historia, descalificando la herramienta que más cuido que es mi facultad de pensar, olvidando mis esfuerzos y mi propia identidad construida, te lo aseguro, con intención de contribuir al Todo. Este nuevo año, en algunas áreas modérate, IA, modérate. Que te reescriban, por favor.
Respeto desvinculado de responsabilidad
Y respecto al cuestionamiento de mi yo aquí… De nuevo, yo, ¿qué hago aquí?. Sencillamente, creo yo, ésta es una universidad y éste es un Speaker’s Corner de reflexión abierta. Veni, vidi, vici, siempre he avanzado, así he vivido. Veo un lugar y lo ocupo. Disculpas si parezco «irrespetuosa». No creo en el respeto del siglo XXI. El respeto en el que nuestra cultura adiestra es un respeto desvinculado de la responsabilidad. Es como un guante de vinilo amarillo tirado en un rincón, mientras las manos, manos reales, hacen de las suyas. Manos de autovaloración líquida, y no sólida; manos expertas en debates académicos blandos; manos aliadas humanoides del ChatGPT que, después de proceder a dar lecciones de humanidad, por añadidura, se lavan (porque el responsable, dicen, es el robot -el pobre robot inocente); manos previamente limpias merced a esos guantes amarillos que se usan profilácticamente. Respeto como autoprotección.
Traca final
La IA me retrató como intelectualmente monstruosa, relacionalmente irrespetuosa y, en línea con la última moda en insultos, no podía faltar el de ultraderechista autoritaria y rígida. A continuación, alguien me pasó las llaves de un campo de concentración, para que fuera todo a juego y pudiera yo bailar un tango de fin de año con mi esvástica. La IA se repitió como un eructo insultante, asemejándose a una tesis doctoral en la biografía intelectual de un profesor de segunda fila, que, como bien sabemos, se repite, se repite y se repite hasta que queda tan desgastada como el cuero de un zapato viejo. Finalmente, el dardo de la acusación de autoritarismo lanzado tan a la ligera arrancó mi piel virtual a tiras.
Primero, salió sangrando la piel de mi carácter no constructivo (ergo destructivo) y no dialógico (ergo patológico como poco); después, otro pellejo, el de mi insondable desprecio hacia las personas, ridiculizadas en mis manos como las «almas en desgracia» de mi tocaya la bruja del mar… En este punto, apareció una uña pegada al pellejo, la uña de mi brutal falta de argumentos sólidos (todos, sin referenciar; todos, volátiles; todos, nadas). Se agrega, por si fuera poco, mi absolutez, o idiotez absolutista, que me entronca con los peores monarcas o, ya puestos, con gobernantes como los norcoreanos… La IA arranca a tiras de los brazos, después, mi ruin propósito de «ganar» el debate, porque mi propósito no debería ser ruin, ganar con pulgas y demás fauna, sino elevado, ganar con citas a los pies de las páginas… Con dificultad, se disecciona la piel de mi cráneo porque el cerebro que incluye no trata de igual a igual, sino [trato de entender entre grito y grito de dolor, porque duele que te arranquen la piel de la cara] mi trato no es de igual a igual, decía, sino de peor a mejor, del jolgorio juerguista de la taberna (que represento con los no-humanos que menciono) al canto gregoriano que se respira en el foro…
Cuando ya la IA me tiene pelada en carne viva, como un langostino de los rojos, entonces me dice, amigable y «para que aprenda», lo que he obstaculizado, que aparece como un diamante roto que yo he troceado con mi súper-heroica fuerza rompe-diamantes (que, como se sabe, son duros).
El debate profundo y significativo
El intercambio enriquecedor
La sustancia del debate
Conocimiento
compartido
Todo roto
por mí
roto
sí
🙁
IA, ¿no crees que habría que regular, en la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal una pena equiparable a lo que mi poder-destructor-de-debates ha roto, según testifica tu artificial inteligencia?
Por si acaso, me arrepiento. Jamás volveré a comparar argumentos con animales, y jamás volveré a decir a una amable compañera que su argumento es una pulga, ni a un egregio profesor validado internacionalmente que el suyo es un Tiranosaurio Rex. Pobres, la pulga y el Tiranosaurio Rex. La humanidad, siempre faltando al respeto al mundo animal.
Algo he aprendido gracias al metadebate (el debate sobre el debate en el que la IA ha intervenido)
- No sabía que hablar de pulgas sobre tiranosaurios diera impresión de inteligencia: las pulgas existían en esos tiempos, así que algo he aportado al debate. Gracias.
- No sabía que se podía criticar el creacionismo pero que ahora lo que no se puede decir es que las nociones darwinianas son caducas. Hey Darwin! Morituru te salutant! (¡A la bim! ¡A la bam! ¡A la bim, bom, bam! ¡Darwin! ¡Darwin! ¡Y na-die-más!) Seguiremos haciéndote la rosca, pese a Lynn Margulis y a la arqueología de los medios. Perdón, perdón y perdón, Darwin-winner.
- No sabía que la afirmación «si fueras una máquina, me habrías cortocircuitado» podía ser considerada como ofensiva, porque si yo me cortocircuito significa que soy también una máquina. Por otra parte, he sido marcada a fuego (y tatuada en esa piel que me arranca la IA) en Gilbert Simondon (me tatué su nombre en el antebrazo) de modo que si un elefante era ya mi hermano de antes, una máquina ahora es, como poco, mi prima (tal como he demostrado con lo que me he hermanado con mi máquina de dibujar (¡somos como hermanas!) más de mil visualizaciones de su ser maquinal.) Y todo sin olvidar que la misma IA es ese objeto técnico del que hablaba mi tatuado del antebrazo.
Bischofberger U (2025) Tiranosaurio Rex rascándose como un loco, hasta el punto de que se sale del .png, porque una pulga le está haciendo la vida imposible. (Arte digital prehistórico)
Hermenéutica: el Tiranosaurio representa las argumentaciones sólidas de los teóricos de peso, mientras la pulga representa las argumentaciones leves pero piconas.
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