La voz como intersección y otros breves, algunos sobre el sonido

La voz es la intersección entre lo humano y el sonido, por eso se puede considerar el cuerpo como un objeto sonoro. En nuestro tiempo, la persona que habla es la protagonista, casi siempre y en casi todos los casos. Por tanto, la voz es la protagonista en nuestra Era. La voz está, justo, en la intersección entre la era digital y la predigital. La voz es Hollywood, es Hitler berreando, es Eisenhower, es Coca Cola refresca mejor y las chisporroteantes sonrisas y es, también,  I have a dream y aquella dulce mirada. Occidente ya no piensa una palabra sin cara ni una cara sin palabra. Habiendo cosificado a los sujetos, Occidente ya no se piensa sin ellos… Esa es mi idea sobre la voz, y en este ejercicio que voy a presentar de música experimental, reflexiono sobre los límites de esa voz. Porque el pensamiento no tiene límites, pero la voz, y el sonido en el que se sitúa, sí los tiene. Y muy dolorosos.

1. Los tiempos turbulentos como los que, sin duda, vivimos, no se caracterizan por ser portadores de más daño o de más desdicha: más bien tienen que ver con cambios de figura/fondo. Todo aquello que era el fondo muta y se convierte en figura, total o parcialmente, mientras que las figuras dejan de serlo y pasan a formar parte del fondo de igual forma. Esto significa reinterpretar, por supuesto, y esta reinterpretación se va produciendo, cuando los significados son tan enormemente complejos como los nuestros…Lentamente, perezosamente… Como si un enorme gigante desconocido bostezara…

2. El tópico «familia feliz» es tan tópico como el estándar del aspecto físico, e igualmente dañino. Primero, porque no hay dos familias iguales. Segundo, porque se establece la felicidad, de forma normativa, asociada a un único tipo de familia. Tercero, no sólo es un ideal inalcanzable como el  «90-60-90» 0 el «1,618», es aún más: porque no existe realmente ese «ideal». Porque es la idea misma del «ideal» lo que es una construcción social,  un despropósito o una impostura. Personalmente, me inclino más bien, en general, al despropósito.

3. «Confort», palabra imperial, la uso porque el bienestar me gusta, pero detesto el confort. Los bienes me gustan, pero detesto los objetos de consumo. Por eso, es más que un galicismo: designa el bienestar de nuestra era, el bienestar construido, igual que «disconfort» (que no sé cómo es posible que no se incorpore, si se ha incorporado «confort») designa ese incómodo malestar que se hace eco del ruido negro de mi casa, de la comida que tengo siempre disponible, de mis huesos artificialmente sostenidos por todas las veces en las que, ya hoy, la medicina me ha salvado la vida…

4. Me voy a dormir y cierro los ojos, pero no puedo cerrar las orejas. El carácter adaptativo de la audición, su defensividad, su naturaleza de «antena» (de hecho, las orejas lo son, son como las antenas de los artrópodos)  seguro que está estudiado, muy estudiado. La audición como mecanismo de alerta permanente. La audición como generadora de placer y displacer, de bienestar o malestar. La audición pendiente de explotación, pendiente de ser administrada, regulada, recortada, pegada, controlada, deglutida e incorporada al constructo que nos rodea.

5. Nuestros tiempos han vivido la transición entre el mundo para mí y el mundo «para ello», entre el mundo usado y el mundo iluminado, entre la marquesina, el OPI y el MUPI. La marquesina era un mueble que te PROTEGÍA de la intemperie. El MUPI (mobiliario urbano como punto de información) convierte cualquier mueble en oportunidad de contar algo: protege, distrae, atrae. Finalmente, el OPI (objeto publicitario iluminado) es un foco de atención que ATRAE, esté donde esté.

6. No entiendo casi nada, es decir, me planteo el porqué de casi todo, y la razón es muy sencilla: no consumo recetas de posibles causas;  mi dieta no incluye (ni ha incluido nunca) «medios sugeridos», sino sólo «uso de los medios». Desde que tengo uso de razón (y esto lo decidí a los dieciséis años) le bajo la voz a los anuncios y no veo telebasura: los medios me usan lo mínimo. No consumo redes sumida en un estado de semiinconsciencia. No me dejo invadir, no diré «nunca», pero sí «lo menos posible». No me queda más remedio que consumir la publicidad de las calles. La dieta es mi receta intelectual. Sólo como del curriculo de los que saben (de las universidades y de los escaparates de las librerías) y de mis propias búsquedas en Internet. Sigo a dieta, y no veo el momento de salir de ella.

7. La familia como nuevo tópico de los medios. Ahora que ya se han desgastado las cosas (¡La coca cola! ¡El detergente!¡La pasta de dientes!), los estereotipos físicos (Porque ¿quién mira ya a la mujer guapa estándar, el hombre guapo estándar de los MUPI? ¡Si las grandes firmas los están aparcando a marchas forzadas!) ¿Cómo sintetizar, en tan breve espacio, otro nuevo tópico? Muy fácil: ahora, miremos las estructuras. Miremos el tópico «familia feliz». Usémoslo. ¡Siempre se puede seguir culpabilizando! ¡La caricatura que es el tópico no tiene límites! Y, si encima es útil, mejor.

8. El arte del sonido puede ser que ensanche el espacio de la ciencia del sonido, y la ciencia del sonido, seguro, algún día estudiará el sonido multitudinario que producen las grandes concentraciones humanas como provocador de psicosis colectivas gratificantes, cohesionantes, potentes, peligrosas.

9. No es que haya ganado la lucha contra los estándares: es que los estándares han acabado cansando. Las proporciones perfectas aburren, las caras se buscan con una irregularidad que las personalice. A lo mejor las gárgolas medievales no se hacían eco del mal, sino que eran un homenaje a la deformidad individualizadora. A lo mejor la pérdida de los estándares clásicos fue vivida como liberadora. A lo mejor no: ¡seguro!

10. Sospechaba algo así desde que estudié la «genealogía de la moral», de Nietzsche. Pero ahora que he estudiado la «arqueología de los medios» la sospecha se confirma: somos sospechosos de fraude. Fraude no sólo en las ideas. En la medida en que la construcción es función de los imaginarios, toda la construcción es fraudulenta, porque se quiere única cuando es «una de tantas», una de tantas tontas, «una de tantas tontas» construcciones (sin más sentido que cualquiera de las demás). Por eso, tiene que estar autojustificándose constantemente.

11. La ciudad amanece, y yo la siento, hoy, como una estructura montañosa; pero cada monte es un foco de «ruido negro», la realidad que, hasta ayer, desconocía y que, desde ayer, ha nacido para inquietarme.

12. Busco a Bob Dylan y me lo encuentro besando a su mujer, e información sobre su mujer y su felicidad en común…  ¿Es Bob Dylan causa de la buena relación con su mujer, o es la buena relación con esa persona que debió de ser su mujer una de las causas de Bob Dylan, uno de los hechos que facilitaron su existencia?

13. La idea mantenida con persistencia de «la felicidad del que está arriba» es absurda. El anonimato es una forma de dicha, la celebridad una forma de desdicha.

14. A mí no me pareció irreverente la mascarada del disfraz de Papa ni me molestó en absoluto la gorra en el Capitolio. Respecto a lo primero, ¿Qué tipo de religión tolera perfectamente que su dios, Jesús, sea caricaturizado mil veces en mil sitios, critica a otras que no consienten que sus líderes lo sean pero se escandaliza de que se haga mofa de la vestimenta, pura convención, del líder de su Iglesia?

15. Hollywood fue el último cuento discursivo que Occidente se contó a sí mismo, en el que se destapó y con el que, además, se mostró deslumbrante. Hollywood amaneció cuando la cultura discursiva, la cultura de la palabra, agonizaba, porque nacía lo visual. Después de Hollywood no puede haber otro Hollywood porque el discurso se rompió, y nació una cultura de imágenes sin discurso: la nuestra. En vano lucha el cine por volver a ser lo que fue. Jamás lo volverá a ser. Respecto al sonido, ahora la misión, entre otras, es sacarlo del marco de la ficción, performativizarlo y hacer ver que puede existir y existe no sólo como ficción sonora: también como concepto, como entidad  divisible, como cosa, como hilo musical, como memoria, como disciplina científica que amplía el marco de la acústica, como ejercicio de conceptualización, como música, como problema, como acompañante perpetuo de los seres vivos, como acompañante perpetuo de muchos de los objetos técnicos, como presencia totalmente real aunque invisible, como vehículo de la voz.

16. Sólo las plantas son mudas del todo y siempre. ¿Por qué?

Nota: dedico esta entrada a todos aquellos que me miran por encima de sus elevados hombros. Porque nada más complejo y orgulloso de sí, maestro, que un pequeño saltamontes. He puesto en azul los breves de sonido.

Deja una respuesta