Manifiesto del Artista de Caballería Andante

Pública

Bischofberger U (2025) Biodiversidad humana del suelo español (Fotografía de cáscaras de huevo pintadas en el santo suelo.)

—Y a vos, alma de cántaro, ¿quién os ha encajado en el celebro que sois caballero andante y que vencéis gigantes y prendéis malandrines? Andad enhorabuena, y en tal se os diga: «Volveos a vuestra casa y criad vuestros hijos, si los tenéis, y curad de vuestra hacienda, y dejad de andar vagando por el mundo, papando viento y dando que reír a cuantos os conocen y no conocen». ¿En dónde nora tal habéis vos hallado que hubo ni hay ahora caballeros andantes? ¿Dónde hay gigantes en España, o malandrines en la Mancha, ni Dulcineas encantadas, ni toda la caterva de las simplicidades que de vos se cuentan?
Don Quijote, segunda parte, Capítulo XXXI, Que trata de muchas y grandes cosas

Este ser al que se reprocha todo esto es la quintaesencia de lo que yo creo que es este cruce de caminos que es España, en mi humilde opinión. Es la España sin sustantividades, la España hermana menor de Latinoamérica, la que no es para nada puritana, la España del español, la que no se recrea en semidioses como Goethe, la que no toma la palabra en ruiseñores colectivos como Shakespeare, la que no cuenta con pasados indígenas de los que poder tirar (más bien se avergüenza de sus sucias memorias coloniales), la que no se deslumbra con sus propios avances en la carrera aeroespacial, la que duda de su sombra y tiembla siempre. Es Don Quijote. España mezclada, mezcladísima biológicamente, culturalmente, institucionalmente, en la que perviven rancias estructuras y crece también lo puntero… España que se identifica, sobre todo, con el altruismo del que, por encima de los hijos y la hacienda, por encima del anclaje a un lugar concreto, vaga luchando con gigantes y malandrines. España que ríe, que siempre ríe. España performativa en Don Quijote, performativa siempre. Esta es la España de la imaginación por sí, para sí y para todos, del idealismo y de la imprecisión conceptual que resulta ser, finalmente, lo más preciso con su referencia a las «muchas cosas», a las «grandes cosas» y a las inaprehensibles realidades de las Dulcineas.  Es la encrucijada de todos, lugar donde no ya el respeto: el amor mutuo prevalece porque no queda otra. No sé si es cierto todo esto… Al menos, ésta es la España deseable y es como la ve incluso quien le objeta.

Y esto es lo que responde don Quijote, temblando de los pies a la cabeza, y se refiere a su justo enojo; a que debe esperar antes buenos consejos que infames vituperios. Menciona la aspereza de la reprehensión, y dice de ella que no es bienintencionada y que se hace sin conocimiento de causa:

(…) sin tener conocimiento del pecado que se reprehende llamar al pecador, sin más ni más, mentecato y tonto. Si no, dígame vuesa merced por cuál de las mentecaterías que en mí ha visto me condena y vitupera y me manda que me vaya a mi casa a tener cuenta en el gobierno della y de mi mujer y de mis hijos, sin saber si la tengo o los tengo. ¿No hay más sino a trochemoche entrarse por las casas ajenas a gobernar sus dueños, y habiéndose criado algunos en la estrecheza de algún pupilaje, sin haber visto más mundo que el que puede contenerse en veinte o treinta leguas de distrito, meterse de rondón a dar leyes a la caballería y a juzgar de los caballeros andantes?

Esta es la España de Don Quijote y de Sancho; y del cerril que les reprende, también… Y añado, en nota al pie, el texto que es base para lo que convierto en Manifiesto del Artista de Caballería Andante (al que también he llamado también Manifiesto del Buen Artista, o incluso Manifiesto Español) en el que proclamo que los artistas somos, todos, caballeros andantes. (1)

Manifiesto del Artista de Caballería Andante
¡Artistas!

Seguid satisfaciendo agravios
Seguid enderezando tuertos
Seguid castigando insolencias
Seguid venciendo gigantes
Seguid atropellando vestiglos
Seguid siendo enamorados platónicos
Llenos de tantos mundos como vemos aquí y allí
¡Sigamos imaginando!

¡No busquéis los regalos, sino las asperezas por las que los buenos se hacen inmortales!
¿Es ésto tiempo mal gastado?
¡Despreciad la hacienda!
Comed pipas o viento…
¡Cuidad vuestra honra!
Haced el bien a todos y mal a ninguno
-No olvidéis la risa-
Que el que os tengan por sandios los que nunca entraron ni pisaron las sendas de la caballería, no se os dé ni un ardite.

¡Artistas!
¡Recorred la senda angosta de la Caballería Andante!
Caballeros sois, y caballeros habéis de morir.
¡Dejémonos de haciendas e hijos!
¡Imaginemos!

El que esto entiende,
el que esto obra,
el que desto trata
¿merece ser llamado bobo?
¡Qué va!
No hay más que decir, ni más que pensar, ni más que perseverar.
Queda demostrado,
-Sólo el que no sea artista no lo sabrá,  porque niega la mayor, al no saber de arte. (2)

(1) ¿Por ventura es asumpto vano o es tiempo mal gastado el que se gasta en vagar por el mundo, no buscando los regalos dél, sino las asperezas por donde los buenos suben al asiento de la inmortalidad? (…) Unos van por el ancho campo de la ambición soberbia, otros por el de la adulación servil y baja, otros por el de la hipocresía engañosa, y algunos por el de la verdadera religión; pero yo, inclinado de mi estrella, voy por la angosta senda de la caballería andante, por cuyo ejercicio desprecio la hacienda, pero no la honra. (…)  Mis intenciones siempre las enderezo a buenos fines, que son de hacer bien a todos y mal a ninguno: si el que esto entiende, si el que esto obra, si el que desto trata merece ser llamado bobo, díganlo vuestras grandezas (…).

—¡Bien, por Dios! —dijo Sancho—. No diga más (…) porque no hay más que decir, ni más que pensar, ni más que perseverar en el mundo. Y más que negando este señor, como ha negado, que no ha habido en el mundo, ni los hay, caballeros andantes, ¿qué mucho que no sepa ninguna de las cosas que ha dicho?

 Don Quijote, segunda parte, Capítulo XXXII, De la respuesta que dio don Quijote a su reprehensor, con otros graves y graciosos sucesos

(2) Y es propio del artista entre artistas que fue Miguel de Cervantes esta defensa de su obra, en esta segunda parte, en boca de Don Quijote. [Todo artista, bueno, malo o regular, defiende su obra.] Porque seguro que hubo quien tachó de boberías esas invenciones únicas… El mismo corto de miras que le aconseja restringirse al cuidado de su familia y propiedades. Porque Cervantes vivió muchísimas experiencias y, como dice Don Quijote, sólo pueden lanzarse a juzgar así quienes juzgan sin haber visto más mundo que el que puede contenerse en veinte o treinta leguas de distrito. 

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