Apuntes sobre personalidad fascista

Pública

Introducción: carencia de estudios serios (no psicologizantes) sobre la personalidad fascista y su historia y el fascismo como resultado de tres cosas.-

No estoy del todo de acuerdo con la descripción de la personalidad autoritaria que hace Theodor W. Adorno (1950) La personalidad autoritaria. Tampoco con la visión del poema de L. Llach que enlazo:  no asocio el fascismo a la ignorancia sino a (..), veo todos los días fascistas inteligentísimos. Visualmente, la niebla blanca representaría mejor al segundo que a la primera. A principios del tercer milenio, se ha avanzado lo suficiente como para que alguien se atreva a revisar con más compromiso todos los referentes que se van encontrando. Y bien pensado, sí creo que la lectura que hace Pedro de Llano de Greenberg es la correcta, aunque no sea lo que dice Greenberg, y que el kitsch (entendido en su acepción amplia) no tiene imbricación directa con el fascismo, aunque sí es «sintomatología» que puede apuntar a él. Creo que el fascismo es el resultado de un cocktail molotov de tres cosas. Las dos primeras, por prudencia, no voy a nombrarlas, las dejo como incógnitas, sólo escribo su inicial. La tercera es el adocenamiento.

Una disposición que puede ser que sea de mucho riesgo, historia de salud.-

De entre todas las constelaciones de  disposiciones posibles, yo creo que la más próxima sería una disposición al A. Esto lo digo temblando, porque es muy arriesgado asociar una condición personal de ese tipo a un fenómeno tan indeseable; porque esta afirmación se presta a malinterpretaciones; porque una cosa es decir que puede ser condición y otra muy distinta decir que es causa; y, por último, porque me enfrento, diciéndolo, a todo un ejército: el de los acólitos del A, y los acólitos siempre hablan por referencias y son un peligro… Por otra parte, veo que, por fin, se ha puesto en circulación el concepto «empatía cognitiva». El A es muy frecuente y cada vez más, invisible, tiene muchos grados y, digamos, a lo mejor sería mejor nombrar, sencillamente, su trágica consecuencia: el malentendido.

Un hábito que supone haber tenido muy mala educación, historia familiar.-

La segunda es un hábito: el E. Es algo sencillísimo, que ahora no se nombra tanto porque se entiende asociado a la moralina que nos precedió, pero que causa unos disturbios descomunales y puede originar nada menos que la muerte de aquel o aquellos que no están cubiertos por él. Si el ser humano es el ser desnaturalizado por excelencia (con esos constructos ajenos en realidad que son su cultura y su civilización) entonces renaturalizarse no debería ser sólo pensar en el individuo, sino que debería ser pensar en la especie; entonces si el sujeto humano sólo piensa en sí mismo, en «los suyos o lo suyo»,  está yendo absolutamente contra natura y aproximándose peligrosamente a su destrucción. La consecuencia final es la pérdida de equilibrio, cuyos resultados ahora vemos clarísimamente por lo que está pasando también con la naturaleza.

La primera es pura inocencia, y la educación, o sea la salida de esa «empatía cognitiva» que lo mantiene en la torre, es su medicina; pero la medicina de esta segunda es, como saben los médicos, mucho más complicada: cambiar hábitos es difícil, y cambiar los hábitos de toda una especie es misión prácticamente imposible… La educación es un arma endeble, pero existe la razón, ahora potenciada por la IA (gracias, IA). La razón es una herramienta potentísima, y aquí también hay esperanza. Falta la tercera.

Adocenamiento, entorno social.-

Esa «tercera» aparentemente es una consecuencia de un suceso demográfico puro y duro, el aumento de población, pero en realidad es el síntoma supremo, la máxima retorcida manifestación bizarra de lo ajeno a la naturaleza (y por tanto, al propio ser humano) que es el propio aparato productivo, más ajeno cuanto más sofisticado (y por tanto el nuestro muy ajeno). Difícil de sintetizar, difícil de resumir, difícil de entender y piedra de toque de todo lo demás, el adocenamiento es el que, en esencia, arrastra al inocente A y al mal acostumbrado E hacia el peor de los lugares: hacia la acción irracional ciega y a la vez fiera; hacia la acción desesperada, violenta, propia de las parcas, que no admite interlocución ni respuesta.  Esa tercera cosa nefasta es el ADOCENAMIENTO.

Ser «uno más»

Y ese era el modo el en que me agredía aquella directora que me decía «eres una más»: porque en un mundo en el que lo cualitativo desaparece y prevalece únicamente el valor de cambio, yo podría haber sido estúpida, imprudente, prepotente, soberbia, impertinente, necia, lo que fuera. Pero soy «una más». Ser «una más» significa que yo, como «yo», soy «nada»,  que existo sólo en función del total. Si yo soy «una más», entonces se ha cumplido aquello que cita Nietzsche: Miserable raza de un día, hijos del azar y la fatiga: ¿por qué me fuerzas a decir lo que para ti sería mejor no oír? Lo mejor de todo es totalmente inalcanzable para ti: no haber nacido, no ser, ser nada. Lo segundo es: morir pronto. Fuente: blog  A. Rodríguez. 

Ser «cuánto» o el mero ser cuantitativo en nuestro sistema  productivo.  «Sentirse número», sentirse nadie

De pronto, hoy he visto claro por qué me resultó tan ofensiva y por qué es indicativa de tanta frialdad la expresión «eres una más». Porque es una expresión que hace referencia a tu ser cuantitativo, que es lo que, en realidad, es nuestra esencia aquí, en el mundo tal como ha llegado a ser: soy un número en los «me gusta», un número en los inventarios, un número descalificado; soy nadie, no soy nada. Esa directora, única por definición respecto a mí, se debía de sentir «número» con respecto al colectivo más amplio del que ella misma formaba parte. Esto hacía que manejara con destreza el arte de descalificar, que es sustraerte todo lo cualitativo y dejar tu despojo, tu mera cantidad.

Bischofberger U (2025) La cagada que descalifica (Captura de la etimología de la descalificación o descualificación)

Detección de la personalidad fascista.-

Por eso y en última instancia, la personalidad fascista es aquella (previamente desautorizada por haber sido descalificada, hecha polvo,  literalmente hecha minúscula) que busca, en su adocenamiento, la ciega acción irracional y fiera;  la acción desesperada, violenta, propia de las parcas, que no admite interlocución ni respuesta cuyo introito es ese mensaje de «porque lo digo yo», similar al «eres un número»,  y cuyo final es la sangre. Por eso está aquí, entre nosotros, a tu lado, y no la detectas en esa voz metálica de tu directora, en el diálogo del serial, en la respuesta súbitamente incongruente de una IA, en la mirada de Orson Welles subido a la noria, en la prepotencia dictatorial del adolescente que fue un niño ignorado, en el viaje organizado, en ese anuncio. Ahí está como un clon tuyo, igual a ti pero desustanciado, buscando en la tiniebla blanca, buscando algo, lo que sea, que recalifique. Ya que el mundo de lo exclusivo que es la cataplasma original está vetado para la mayoría, busco aplastar lo otro, la mujer, la otra mujer, la hija, el subordinado, el perro, restregarse contra esa cosa que es la bandera, cubrir metas no para llegar sino para ser, llegar a ser algo, frotarse en la nación, el cargo, la raza, lo que sea, algo fuera del engranaje, por Dios, algo.

Niebla.-

Situar nuevamente la personalidad del fascista: Bertolt Brecht.-

Por tanto, volvemos a Brecht: es el vaciado final que se hace de todo la causa última. Mi disposición al malentendido, mis hábitos de supervivencia exclusivamente propia y mi entorno descalificador que me vacía, para el que soy nada.

Aquellos que están en contra del fascismo, sin estar en contra del capitalismo, que se lamentan de la barbarie originada por la barbarie, se parecen a aquellas personas, que quieren comer su ración de ternera, pero sin que haya que degollar la ternera. Quieren comer la ternera pero no ver la sangre. Se contentarán con que el carnicero se lave las manos antes de servirles la carne. No están en contra de la situación creada por la barbarie respecto de la propiedad, sólo en contra de la barbarie. Levantan su voz contra la barbarie, y lo hacen en países donde impera la misma situación económica, pero donde los carniceros todavía se lavan las manos antes de servirle la carne.

Bertolt Brecht (1934) Las cinco dificultades para decir la verdad

Nombres de los dibujos de esta entrada. 
Portada: Bischofberger U (2025) Fascista que soy. (Collage digital. Foto propia y recortes de texto de diversas fuentes, Paint)
Bischofberger U (2025) Etimología de «adocenar». (Collage digital. Foto de huevos de la web y recortes de texto con información de la IA, Paint)
Bischofberger U (2025) Niebla (Foto del capó de un coche blanco, iphone X)

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