Papeles de historia en las carpetas

Pública

Ordenando carpetas he encontrado esta reseña mía del libro «El fuego de los orígenes» de Emmanuel Dongala y esta lista de los presos políticos conocidos en la cárcel de Córdoba 18-25 de octubre de 1934, fecha de la llamada Revolución de octubre de 1934.

Comentario a EL FUEGO DE LOS ORÍGENES, de Emmanuel Dongala

(Los números hacen referencia a los apartados del libro en los que se dice lo mencionado.)

Nganga Mankunku, el que sabe, el que desafía a los poderosos (2), nos mira con el fascinante verde de sus ojos (3) para decirnos: donde la palma (1), en la plantación de bananeros, me encontré con vosotros, y desde ella, vosotros y yo unidos, me despido (42) • El fulgor primitivo del fuego de los orígenes (42) nos une a todos: al extranjero seguro de sí que viola la selva (12) y al propio Mankunku que viola los secretos de su tío (6); a los fusileros y a los milicianos que en su propio país libre le detienen (41); a las etnias SARA Y BANDA (15); al blanco, al negro y al albino (34), hijo de cualesquiera le los dos. En el epicentro de la vida está el hombre, siempre distinto y siempre el mismo, y en el universo entero (42).

Pues con Emmanuel Dongala ya no somos nosotros -multiformes, problemáticos, individuos- y ellos, los indígenas, -fáciles mercancías o  ingenuos salvajes o testigos mudos de lo que un dia fuimos y ya no somos- : el etnocentrismo queda tan de lado como el acercamiento asepticamente científico, y se revela tan burdo como la ceguera de quienes, blancos, ven iguales todas las fisonomías negras.

Vinieron del fondo de las aguas o del país de las sombras… (9) saquean, violan, destruyen, crueles y voraces, iguales unos a otros. No son la avanzadilla, no es el padre que encuentra a su retoño perdido y lo guía, utilizando medios eficaces para el fin único de hallar la senda perdida: son otros, diferentes. La máquina no abre camino, sólo deja a un muerto por cada traviesa (15); el fonógrafo (24), sucedáneo del Tam-Tam fuente de vida (14), va unido a la aparición de bares y lupanares (25), sucedáneos de las danzas obscenas que traducían perfectamente la comunión con el mundo (14); las nuevas palabras -partidos, diputados (29)- no significan nada cuando se pronuncian frente al cadáver maltratado de un oponente (38); incluso la ciencia, pura, máximo logro, inocente en principio, ¿que lleva detrás? Nada. (40).

Pero al llegar no caen en terreno virgen: «¡No éramos tan justos, padre!» (14). La dicotomía cultural occidental (inhumanidad, deseo de poder, dominio de la naturaleza y del hombre por el hombre) y cultura primitiva (tradición, estabilidad, contacto con la naturaleza, humanidad) es simplista. Si no, diganselo a Mankunku, el que desafía a los poderosos y a los tambores que les rinden homenaje. Él, que desafía a los hombres naciendo sin testigos (1), al río (4), a su padre (5), a sus antepasados (6), a los extranjeros (10, 26, 31), a su clan (17).  Mupepe Massini (el viento, el hombre de la máquina) es un individuo desbordante y discordante siempre, es el individuo que nunca hace del todo suya la sociedad en la que vive, que desde sus profundas raíces en la tierra alza unas altas ramas sobrevolándola, envolviéndola con avidez, buscando la luz…

Y lo que olvida frente al sabio biznieto del sabio Luneki (40) y luego recuerda desnudo y aparentemente vencido junto a la palma (42) es que los que verdaderamente son Nganga no necesitan saber de quarks y cráteres lunares para abrirse paso a través de cualquier cultura y alcanzar el cielo o, lo que es lo mismo, el fuego de los orígenes.

 

Lista de los presos políticos conocidos en la cárcel de Córdoba 18-25 de octubre de 1934
(después de casi un siglo)

Y vuelvo a llorar

He tenido que reinterpretar, a la luz de esta fecha (¡1934!) toda mi historia familiar. He entendido cómo el miedo ha sido el protagonista de sus vidas y, por tanto, de la mía;  el papel de mi abuela, ¡el que nunca jamás se mencionara siquiera este encarcelamiento previo, dos años antes del fusilamiento! He comprendido el pesar y la angustia de mi madre y de mi tío, he releído mis cartas infantiles, con siete años, que también me ha gustado ver y que representan el universo de esa niña en la era predigital y franquista, me he acordado de cosas que jamás diré de mi familia suiza y he llorado por todos esos lugares de silencios, de vergüenzas, de confusiones, de imágenes pisoteadas, de mentiras por omisión, de cobardía, de acomodos múltiples, del peso injusto de lo que pudo ser y no fue, del otro peso de lo que fue y no se dijo, de lo que no se sabe y morirá para siempre.

Imposibilidad de escribir la historia

Y es que es imposible escribir la historia, lo único viable es la literatura. Y de la literatura, lo esencial es que se escribe en clave. Porque escribir la historia de verdad es arrancar todas las costras de todas las heridas, hacerlas sangrar otra vez. Escribir la historia de verdad es «hacer historia», y a veces no puedes, o no quieres, o estás demasiado cansado ya sólo con la que transcurre para, también, mirar atrás.

Cierre de carpetas y Post Data

Cierro otra vez las carpetas, cerradas y cerradas. Pero voy a escanear la carta mía que he encontrado, empiezo contando que he tirado un trapo por el patio de vecinos, y los cuatro platos que me como, y por qué me sale tan mal la letra: hechos históricos todos ellos, llenos de frescura y alegría.

Y PD. No «se lo buscó», le diría a mi abuela. No se lo buscó, que es la creencia que aletea en mi pasado cuando veo que tú ocultaste siempre, como una vergüenza, esta cárcel de 1934. Hiciste mal callándoteslo…  Llora, llora donde quiera que estés. Y tanto engaño, y tanta hipocresía no eran imprescindibles. Ahora ¿con quién me enfado yo, si los responsables están muertos?

Chorreo tardofranquista a los siete años

Y el refresco necesario que es lo trivial; esto es el Ulises, de Joyce. Puro flujo de conciencia.
Cuando por Orden de 13 de febrero de 1967 se establecieron nuevas normas sobre prestaciones y desvinculó la muerte de las contingencias profesionales. se reconocieron pensiones para los familiares de personas fallecidas, mi abuela se fue a Almería a hacer no sé, algo en relación con lo anterior, y en esta carta le cuento todos los sucesos de mi vida. Larga, larga, larguísima… 

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