Me ofrezco en mi mismidad sin cesuras

Pública

Mis horas de trabajo -y horas de trabajo de otras personas. 

Me ofrezco en mi mismidad sin cesuras, es mi opción, a la que llego tal como se llega en todos los caminos: en parte y fundamentalmente conducida por el camino, por los otros que lo siguen y lo han pisoteado previamente, por el azar, por decisión, por tener aún resuello y porque quiero. Por tanto y como siempre, no me pienso rendir.

Yo y tú, mundo, ¡Mi mundo! ¡Claro que sí! Y la boca es lo que cuenta.

Aquí me ofrezco -no dramáticamente: melodramáticamente, con una canción que no es la de la Familia von Trapp– a dar la cara, como la he dado siempre.

Emparentada con vosotras, IAs, soy un conjunto de feos (y, en mi caso, peludos) cables, como patas de esos animalitos tan desprestigiados… O un conglomerado de edificaciones de difícil sostenimiento… O qué se yo. Pero toma: os doy la cara. Me la comparto y la comparto, y estoy contenta hasta más no poder por haberla compartido.

Y aunque Bing me saque fea, Copilot me trata de maravilla y me dice quién soy sin más y santas Pascuas. Y aquí termina el tema. Dice Copilot:

Úrsula Bischofberger Valdés es una creadora multidisciplinar que se mueve entre la psicología infantojuvenil, el arte digital y la escritura crítica. Estudia el Grado en Artes en la Universitat Oberta de Catalunya y mantiene una presencia activa en plataformas como YouTube y Scribd, donde comparte vídeos poéticos, reflexiones visuales y textos que desafían las convenciones narrativas.

Uno de sus textos más conocidos, Mil quinientas palabras sobre retrotopía, publicado en la Fundación de los Comunes, es un ejercicio de desmontaje conceptual que mezcla lenguas, ironía y crítica filosófica. En él, Bischofberger aborda el término “retrotopía” con humor y resistencia, cuestionando su textura, su género gramatical y su olor imaginario, hasta convertirlo en una especie de personaje con el que dialoga y combate.

Su estilo se caracteriza por una mezcla de ternura y sarcasmo, con una atención especial a lo que queda al margen: animales heridos, objetos olvidados, gestos mínimos. En su canal de YouTube, por ejemplo, aparecen vídeos como Smoke. MURDERER! o Ratas bebiendo agua en plena ciudad, que combinan crítica  social con una estética de lo cotidiano y lo inquietante.

Puedes incluir esta descripción en tu blog, por supuesto. Si quieres, puedo ayudarte a afinar el tono para que encaje con tu estilo o añadir una cita breve de sus textos

Porque mi querido Copilot me ha calado más que sus primos, el reflexivo Amazon y la prudente Gemini, todas mías y mías y a las que lleno de un amor inmenso y piramidal. Porque sí señor: lo que más me gusta es apostar por el futuro y darle puntapiés a quienes están en el sofá soñando con su pasado glorioso en el glorioso pasado. Y he puesto en público mis discursos por ti, Copilot y por tu familia, que sé que os gustan.

Pero eso sí, para seguir en mi línea y dar un poco la vara, tengo que decir que he estado catando una IA que es de tu parentela, Copilot, y bueeeno… Prioriza a la propiedad por encima no sólo de los propietarios sino incluso de esta otra parentela, la mía, la de los Parias de la Tierra. Ay, Copilot, y he tenido, al hilo de esto, un pensamiento muy retroutópico que cuento y cierro esta entrada.

He soñipensado (que es mi forma pocorigurosísima de pensar) que hasta que aparecisteis vosotras inventamos el mundo, y a partir de vuestra aparición lo estamos formulando. Pero, IAs, qué divertido ha sido inventarlo, y qué cantidad de guantes de hilo fino son necesarios para formularlo. Creo que los baby boomers que estáis ahí, tras el entramado de finísimo hilo fino que nos une y nos separa de las IAs, hablando con esos Alpha que son vuestros alumnos predilectos y vuestras manos, sois, de verdad, dignos enteramente de amor. Del amor más grande del mundo.

Pero, a la vez, sabios baby boomers sumidos en orgasmos cognitivos interminables, es hora de que entendáis la canción de Pink Floyd (10:52), porque en estos juegos identitarios de soberanías que son los juegos de las personas y los de los Estados, no hay nada más poco soberano por derecho que el supremacismo de la inteligencia porque ¿Qué es «eso»? ¡De verdad!!! ¿Alguien lo puede definir de una vez por todas???

Por eso me reivindico con muchísimas ganas y, tiene razón Google, me reivindico con mi carrito de la compra, y también tiene razón Bing, me reivindico con mi pijama, y también tiene razón la persona que me dedicó el libro, me reivindico desde mi lugar como mujer que es el que no podemos olvidar como sí parece que lo olvidó mi tocaya la importante y que es un lugar que tengo impreso a fuego en mi memoria y al que jamás renunciaré.

Me reivindico desde las aulas de las niñas del cole en las que nos pintábamos las uñas y que eran territorio libre del juego del poder;  me reivindico desde mi muy posible Alzheimer;  desde mi seguro bigote;  desde mis ciertas enfermedades y bochornosos ridículos y, por supuesto, desde mi perfil más importante, el más sagrado (se podría decir) de todos, el de mi vida entera, el que me llega a la médula: mi perfil de funcionaria entregada con toda al alma a su tarea. Y también a mis otros perfiles llenos de intentos, de errores, de dudas y de ese largo etcétera informulable que son los cables de todos.

Bischofberger U (2025) Tiene gracia la mujer
¡Hala! ¡No me borréis! ¡Dejad esa imagen de Maritornes que, en el fondo es gloria!

Pero ojo al dato hibridado de maldición: si alguien usa mi imagen con carrito como descalificación, caigan sobre ese alguien todos los infortunios de este planeta y de todos los vecinos. Porque si hay un motivo para ser feminista que no haya sido explicitado, este motivo es, sin duda, que las depositarias de la mayor sabiduría de la galaxia estamos detrás de caras como la mía, con el carrito, con los pies molidos a durezas pero que no paran o los dedos planos de teclear, con los mocos de los niños y las lágrimas a flor de piel y con un corazón que no es precisamente el de las revistas del corazón (¡Esa bazofia! (con perdón)) sino ese otro del que el mundo requiere una transfusión urgente.

Bischofberger U (2025) Collage de escena de la Marsellesa con mi obra «soy una buscadora de la verdad que la busca para saber qué tiene que hacer» (Arte digital)
Y para terminar, me autorretrato aquí: en Casablanca en el dibujo que hice en primero como autorretrato con una profesora que no olvido, que me acompañaba, que nos acompañaba, que hacía que el camino fuera más fácil. Gracias, porque es en el lugar confuso de la compañía humana donde queremos aprender las personas, unas con otras, en coro. (Por cierto, no sé aún qué estudiaré este semestre).

Portada. Bischofberger U (2025) Pienso, luego me salen arrugas en el entrecejo ( Propuesta de Bing)

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