Pública Portada: Bischofberger U (3015) Martir a través de un tubo. Detalle de Paul Delaroche (1797-1856) The young martyrdom The corpse of a young Christian martyr carrying an aureole floating on a body of water, 1,7 x 1,48 m, Paris, Musee du Louvre.
Texto curatorial: la autora de este trabajo fotografía un fragmento de la obra de Paul Delaroche mostrándola a través de un tubo de papel. Afirma que se ha inspirado en Marcel Duchamp, Étant Donnés, 1966 y en sus propios trabajos con el mismo procedimiento en la asignatura Taller de Escultura y Prácticas Espaciales. Este cambio (de la mirada libre a la «enfocada» o restringida por un contorno) origina que se tenga la misma sensación de intromisión, de irrumpir en un lugar que no es el nuestro, que en Étant Donnés. En este caso, es la cara de la joven mártir la que protagoniza la escena, y no el cuerpo objetualizado como en el caso de Duchamp. La autora del trabajo no ha querido penetrar en los significados del martirio, su trabajo es esencialmente conceptual y quiere señalar que la decisión de la autodestrucción, sea cual sea el camino por el que se produzca, queda fuera del alcance del Derecho, por lo que invocar a una «masa entusiasmada que tenga fuerza para el martirio», como hace Schmitt en el texto que aparece a continuación, es intromisión, temeridad, imprudencia grave, inhumanidad y horror.

Bischofberger U (3025) Derecho de Schmitt: parece una morcilla. (Captura modificada de una cita de Schmitt en el libro En defensa del Estado de Derecho que estoy estudiando.)
Texto curatorial. La autora de este trabajo ha decorado una captura de una cita escalofriante recortándola en blanco y negro, según el tipo de pensamiento que recoge, y haciendo que simule sangrar. Ha dibujado una rotura en el texto, a modo de llagas, y ha hecho que esta sangre se acumule en la parte inferior. Todo lo anterior ha sido un trabajo fácil. Sin embargo, el título, «Derecho de Schmitt: parece una morcilla» es un título retador por varias razones. En primer lugar, porque resume un texto en el que abunda la grandilocuencia en una frase muy pedestre sobre este alimento de charcutería. En segundo lugar, y esto ya es mucho más delicado, porque transita de la sangra animal de las morcillas a todas las sangres, a la «sangre» como categoría general. En tercer lugar, el título es un reto a la seriedad académica que rige, como norma implícita, en el mundo de la Filosofía del Derecho. Por último, para un seguidor de Schmitt, la afirmación de que su Derecho «parece una morcilla» sería sin duda ofensiva: por ser seguidor de Schmitt, la ofensividad no estaría en que resalte lo sanguinario de sus mitos, sino en que la comparación sea tan pedestre.
Unos días después de realizar este collage, la autora especificó que la morcilla a la que hace alusión es, en concreto, de Burgos, lo que añadimos al texto curatorial para conocimiento de las gentes interesadas en Schmitt.
Carta al Derecho
Querido Derecho:
Te escribo para decirte que no te necesito tal como te piensa Schmitt. Necesito al Derecho normal y corriente. Aún a sabiendas de lo importante que eres, quiero subrayarte, Derecho, que tu utilidad fundamental está en lo más nimio y no en palabras descomunales. Voy a hacer una relación de palabras tachadas. No quiero que te invadan palabras como…
misión histórica
fuerza vital
capacidad para el mito
deterioro moral
instinto vital
martirio
motor de la historia universal
El motivo es muy sencillo, Derecho, el motivo es que no tienes ni idea. Primero, no eres bastante filósofo para evaluar el supuesto «deterioro moral»: limítate a contrastar si se sigue o no lo que está dicho por aquellos que positivaron algunos de los valores éticos de la humanidad, no te creas, Derecho, que puedes valorarnos en masa como «deteriorados morales».
En segundo lugar, ¿qué sabes tú de artrópodos por ejemplo? No tienes ni idea de Biología, reconócelo, y no sabes nada de instintos. «Instinto» era un comodín, según tengo entendido, que se usaba en biología para tapar ciertas ignorancias…
De misiones sabemos todos, porque la vida humana es precisamente eso en cierta medida, una misión en muchos casos imposible. Pero en negrita te digo, Derecho, que no me seas tan creído. ¿De verdad, a estas alturas del tercer milenio, me estás hablando, Derecho, de «misiones históricas»? Perdona que me ría. Y, encima, me hablas de ser un motor… ¿a gasolina o eléctrico? ¿con conductor o sin él? Ay, Derecho, Derecho, cuando te pones así pareces un felpudo viejo y sucio de la vida, en vez de una paloma que nos ayude a todos…
Bueno, bueno. Y porque no he llegado a lo del «martirio». Ahí ya «Derecho» te pongo entre comillas. Tú no tienes poder para invocar el martirio, «Derecho». Hasta ahí podíamos llegar, a invocar a vida o muerte y a invocar a muerte. No tienes derecho a llegar a estas honduras, mírate en mi portada, violentando a esa joven. Sólo un artista tiene pase ahí, sólo Paul Delaroche, para ti está vetada. Tratar de modificar las cosas con inmolaciones es sencillamente la barbarie, lo más contrario a ti.
Y para terminar esta misiva, «capacidad para el mito» tienes, porque eres obra humana. Pero no seas tan humano; conviértete en IA, hibrídate con ella, solucionadnos la vida entre los dos, organizadnos. Mira que, en el fondo, sólo te quiero para que me digas cómo organizamos quién baja la basura en el piso compartido en el que vivo ahora; por qué enjuagar el lavabo después de usarlo; cómo ponemos dinero y, si lo ponemos, cómo decidimos en qué se gasta; quién se impone a quién y por qué uno no debe dejarse mandar; en definitiva, para que ayudes a entender y a regular cómo actuar en el espacio común para vivir tranquilos y contentos, y no como los guarretes -que, en el fondo fondo, no somos.
Dicho esto, me despido de ti.
Atentamente,
Una de tus usuarias, usuaria de ti, mi Estado de Derecho.
Usuaria de mis carreteras, de mis bibliotecas, de mi piscina municipal, de mi socorrista que es insoportable por cierto, de las normas que regulan la contratación de mi vivienda arrendada, de mi comida sujeta a normas de consumo que compro en mi supermercado, de mi médico de familia de mi sistema de salud, de mi hospital de Cartagena donde me salvaron la vida, de mi hospital de Madrid donde me la volvieron a salvar, de mi farmacia donde compro mi medicación, de mi internet (que se escaquea bastane de ti por ahora), de mi Google, de mi universidad principal que es la UOC, de mi universidad masterizante que es la UC3M, de mi pasta de dientes en el mercado de las pastas de dientes también regulado, de mi luz gracias a la que estoy escribiendo y de un largo etcétera.

Bischofberger U (3025) Palabras que no voy a usar nunca más
Texto curatorial: la obra «Palabras que no voy a usar más» encierra múltiples negatividades. Es fea, descuidada. Es, fundamentalmente, una foto de un rincón sucio de una cocina, de unos cubos de basura. Es, también, foto de un texto que tampoco se ve limpiamente, está borroso. En el texto, se han entresacado unas palabras que, después, se han tachado. En la foto, hay unos carteles relativos a algo de las basuras, no sabemos qué es. En la parte superior de la composición, palabras descomunales: todo grande, las misiones históricas, los motores, el instinto vital; en la de abajo, la concreción más concreta de lo concreto material que somos, los residuos, su gestión incluso en el ámbito privado de un piso compartido. Señala en rojo «la fuerza para el martirio y el coraje para el empleo de la violencia» por el barbarismo de la afirmación (v. supra), pinta una gran raja blanca y negra como expresión de la perplejidad o rotura, y fotografía, finalmente, todo: el cartel «residuos», la precariedad del lugar con el taburete para estar donde está la basura, los cubos que intentan respetar las categorías de residuos.
[Preguntada la autora, explica que la cuestión de «la basura» en los pisos compartidos en los que ha vivido es una cuestión importante, como todas las normas que nacen, de común acuerdo, en estos espacios de convivencia. En este caso, faltaba que los de las habitaciones tres y cuatro colaboraran o bien con bolsas o con dinero para comprarlas.]
Este es un espacio de trabajo personal de un/a estudiante de la Universitat Oberta de Catalunya. Cualquier contenido publicado en este espacio es responsabilidad de su autor/a.