Breves sobre derecho nivel dos: santos, reyes, alimentos

Pública

La lucha por los derechos, la lucha por su evolución. Tal vez la lucha por la evolución de los derechos sea más potente aún que la lucha por la garantía de los derechos fundamentales. Tal vez, para luchar por las colectividades indígenas, la mejor vía sea la lucha por los derechos relativos al medioambiente. Tal vez, para luchar por la igualdad, la mejor vía sea la lucha por el acceso a la digitalidad. Tal vez, la lucha por los derechos sociales, económicos y culturales pasa por poner serios límites fundamentados en los neuroderechos…

Inestabilidad del concepto de «dignidad». Los valores ¿son absolutos? ¡No! Los valores existen en el tiempo, como todo, por muy raro que nos parezca en abstracto. Pero en concreto lo entendemos perfectamente: «ser bueno» hoy no es ser bueno en el siglo XIX… Y los valores en los diferentes espacios también cambian: una cosa es «ser bueno» en Madrid, España, en 1940 y otra cosa es «ser bueno» en Mendips  en el suburbio de Woolton, Liverpool en 1958. Y también dependiendo del sujeto del valor: «ser bueno» no es lo mismo que «ser buena» a lo largo de la historia, y así. Por tanto ¿por qué iba a ser el concepto de «dignidad», eje de los derechos humanos, algo estable? Lo normal es que cambie y cambie.

Los compañeros invisibles y materiales de la indignidad. Los compañeros de los indignos, los que son la sustancia de su indignidad, tienen cara: son la dieta inadecuada, los altos niveles de estrés y las toxinas. Tienen lugar: su lugar son los suburbios, los colectivos sin recursos suficientes como para comprar alimentos adecuados, aquellos para los que la vida es imprevisible y retadora sin tregua. Los compañeros de los indignos (dieta, estrés y toxinas) no sólo vuelven indeseables a los indignos, los «afean» con Parkinson y esquizofrenia, los «imposibilitan» con enfermedades cardiovasculares y asma, los matan con cáncer. Los compañeros de la indignidad son invisibles pero materiales. El problema sigue siendo el mismo que se retrata aquí, en el fondo.

 

Derecho al cuidado de quienes tienen poder sobre nosotros. Estas personas, a veces reyes, pueden llegar a ser comprometidos y eficaces… He aquí el gran Enrique IV, borbón que firmó el Edicto de Nantes, un documento pacificador y promotor de la tolerancia… de la familia de los reyes actuales. Y he aquí una «hoja de ruta» para nuestro cuidado.

 

Retratos con «aire de familia» de dos borbones: Enrique IV, promotor del Edicto de Nantes, y Juan Carlos de Borbón, quien pese a su falta de austeridad fue una de las figuras clave en la transición española desde la cruel dictadura a la democracia de la que disfrutamos. Gracias a los dos. Parte inferior: objetivos de los reyes del mundo en el siglo XXI. Tal vez los monarcas deberían asumir el reto de la austeridad cuando el problema de la escasez está tan vigente, y aunque su función no sea gobernar, los monarcas,  como decían los acadios y sumerios…

Eurocentrismo, historia de los derechos y activismo. Yo creo que habría que considerar, en el marco de lo que está sucediendo en muchas ONGs, esta tríada.

La indignidad de los que no son dignos. ¿Tiene un esclavo dignidad, a los ojos de un romano antiguo? No. ¿Y un siervo de la gleba, a los ojos de un medieval? No, por mucho que según Cristo seamos todos «hermanos» hay hermanos iguales y hermanos desiguales en la cristiandad. ¿Qué ocurre con los indignos? Tienen vidas más cortas, sufren más enfermedades, padecen más síndromes, están peor alimentados, están más gordos y son más feos… Tienen peor gusto y «en su pobre mesilla quieren más a la morcilla que en el asador reviente» que a esto o aquello más «espiritual». Los indignos se hacen cargo del trabajo sucio, de limpiar los urinarios y de colocar encimeras de piedra cuyo polvo genera enfermedades, o de las minas, o de trabajar el terruño. Los indignos lo tienen muy difícil, muchas veces claudican -y su lucha por que se les reconozca un lugar en un terreno igualitario es un trabajo más, una cuesta arriba más, más difícil todavía porque son muchas las luchas que afrontan (que afrontamos) los indignos.

Los dos indignos. Tanto se habla de la dignidad, cuando debería ser la indignidad lo que se definiera mejor: es indigno atiborrarse a alcohol o a dulces para adormecer el estrés, indigno enfadarse de modo que se pierdan las formas contra quien te pisa, indignas las enfermedades con que la epigenética, movida por tu indignidad,  contribuye a tu deformidad y a tu bizarría indigna. Es indigno que alguien se lucre contigo y, encima, te mire por encima del hombro, una situación que os hace indignos a los dos: indigno el hombre que pisa a la mujer e indigna la mujer siendo pisada, indigno el protestante siendo silenciado por el católico e indigno el católico silenciándolo, indigno el amo e indigno el esclavo, indignos ambos en su dialéctica. Toca romper esas dialécticas, toca (como ocurrió con la evolución desde la inevitabilidad de la tolerancia a la igualdad) hacer crujir esas dialécticas como paso previo a su ruptura.

Revisitar la antigüedad desde otra óptica. Después de estudiar los apuntes de Ángel Llamas Cascón, creo que es imprescindible revisitar la historia antigua. ¡Admirables! ¡Ejemplares! ¡Dignos de ser visitados, y los pongo en mi libro de tareas pendientes! Los nuevos santos de mi santoral laico…

«Los conceptos de justicia y de moralidad son, en gran medida, heredados de la civilización sumeria y acadia (…) origen no sólo de las imágenes míticas de los panteones que heredaron egipcios, hititas, hurritas, cananeos, griegos y romanos, SINO DE LAS LEYES Y DE SU CONCEPCIÓN DE LA DIGNIDAD HUMANA.

Derechos y filosofía. Aunque el reconocimiento histórico de los derechos humanos es lo central en su doctrina, aquello que construye su fundamentación nos remite a largos recorridos previos, que son su gradual reconocimiento: recorridos por los sistemas filosóficos de los que parten y en los que se inscriben, recorridos en los que se explican, se justifican, se discuten, se mantienen razones para la positivación, recorridos diversos se sostienen en razones a menudo contradictorias.¿Podría decirse que, en el fondo, los derechos no se fundamentan en la ética sino en la filosofía? ¿Haría temblar esto demasiado los cimientos de la cultura? ¿Está la filosofía suficientemente «validada» a estas alturas de cuestionamiento de lo absoluto de la «verdad científica»? ¿Y dónde está la relación de la ciencia con el Derecho, dónde se dice, por ejemplo, «un ser humano necesita una relación diádica íntima para su crecimiento adecuado«, que es una verdad científica? ¿Podría decirse, incluso, que los derechos se deben fundamentar en los conocimientos que progresivamente se adquieren también a través de la ciencia?

El derecho a la alimentación y su garantía. El concepto de «derechos fundamentales» proviene de la tradición del positivismo jurídico, que tiene una visión dualista (pretensiones legítimas/derecho) y considera que, para que se pueda hablar de derecho, hay que dotar de garantías en el derecho positivo. Ejemplo: el derecho a la alimentación es un derecho  (acceso a alimentos suficientes, seguros y nutritivos), pero que esté plasmado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH 1948) no significa nada, porque esta declaración no tiene valor jurídico (o sea, no se está dotando de garantías). Se produce un salto hacia adelante con el hecho de que esté reconocido en el Pacto Internacional de Derechos Sociales, Económicos y Culturales (PIDESC, 1966) Los Estados no pueden impedir el acceso a los alimentos, y se comprometen a adoptar medidas, HASTA EL MÁXIMO DE RECURSOS DE QUE DISPONGAN, y se comprometen a adoptar medidas de realización progresiva. El pacto es supervisado por un comité, que revisa el cumplimiento por parte de los Estados. ¿Puedo pedir legítimamente de algún modo comida, si estoy pasando hambre, ya que tengo la garantía del PIDESC?

Impuestos para los «alimentos fraudulentos». ¿Se podrían adoptar medidas legales contra todos aquellos que crean «alimentos fraudulentos»? ¿No se les podrían imponer cargas económicas mucho mayores? ¿No deberían estar obligados a anunciarse tal como lo hace el tabaco? (En las botellas de alcohol; en los productos con azúcar; en los procesados, advertencias sobre sus implicaciones para la salud.)

Primeras ideas sobre los derechos. El origen de los derechos humanos se sitúa ya en el mundo antiguo. Los conceptos de justicia y moralidad son heredados de la civilización sumeria y acadia. «Los reyes no obtenían su legitimidad por sus conquistas o por sus riquezas, sino que eran juzgados por las acciones conforme al sentido de «lo que era justo». Entre los referentes que menciona el texto, se encuentran Hammurabi, Siddharttha Gotama, Parménides, Heráclito, Sócrates, Platón, Aristóteles, Confucio, Lao-Tse, y se establecen nuevas genealogías. La idea sobre la naturaleza humana es antecedente y, a la vez, está involucrada en la propia concepción y desarrollo de los derechos.

Fundamentación científica (no sólo cultural) del concepto de dignidad. La idea sobre la naturaleza humana también es científica, no es sólo cultural, y es más ajustada en el siglo XXI de lo que era antes. El papel de la alimentación, la importancia del desarrollo en la construcción de la persona (y, por tanto, de la infancia), las necesidades básicas que son condición del equilibrio psicoafectivo, la artificiosidad del género como rígida categoría clasificatoria… son sólo ejemplos de hechos que la ley debe recoger y reflejar, igual que otros hechos que condicionan las propias condiciones de posibilidad de la vida humana, como es el cambio que está teniendo lugar en el planeta Tierra debido al ritmo altísimo de avance de la antropomasa.

Peso de «la raíz ética».  «El punto de partida no son tanto los textos positivados como la comprensión de la raíz ética de la que parten». Esto se demuestra en el origen (desde los sumerios y acadios, son los jueces los que establecen el alcance y los límites), en el propio marco positivista (dentro del derecho posivista, también son los jueces los intérpretes que establecen alcance y límites). Con los absurdos a los que ha conducido el positivismo extremo en todas las disciplinas se podría escribir un libro… Que empezaría contando cómo la mueca de la risa causa la alegría (en psicología) y podría terminar contando como la positivación del derecho a tener como mascota un jerbo causa el derecho fundamental al jerbo.

El conflicto que afianza valores. «Durante los siglos XVI y XVII se producen textos jurídicos que reconocen derechos para la práctica religiosa con diferentes cultos en una misma comunidad.» La tolerancia nace cuando hay enfrentamientos sin que nadie se termine imponiendo. Referentes en cuanto a la tolerancia: Locke, Stuart Mill, Rousseau, Voltaire. ¡El Edicto de Nantes (1598)!

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