Niveles de lo barato uno: imprevisibilidad de lo cutre y evaluación formalista en la educación artística

Pública

Hay muchos niveles en lo barato, y el primero se llama lo cutre impalatable. No encuentro mejor ejemplificación de lo cutre que la hamburguesa que voy a describir. Es una hamburguesa en la que la carne se ha quemado por áreas (está demasiado dura y negra) y en la que la lechuga ha sido lavada con agua con lejía, de modo que, cuando la pones en vertical para comértela, cae agua al plato y notas ese lejano horizonte de la lejía. Mientras te la comes, alguien lava el suelo contiguo con agua y un líquido parecido al antiguo Vim en polvo, de modo que el sabor se combina con el olor, siendo el resultado la impalatabilidad de lo cutre.

El segundo aspecto de lo cutre no es indeseable como su impalatabilidad sino humano, sorprendente, destelleante y radicalmente generador de creación, alegría y dicha. El segundo aspecto de lo cutre es lo imprevisto, incluso imprevisible. Es lo que hace que Celine Song, la directora de Materialists (2025 ‧ Romance/Comedia ‧ 1h 57m, y perdón por lo cutre de la cita pero es que no sé cómo se cita canónicamente una película) ponga en boca de uno de sus personajes esta palabra de amor:

– Yo seré tu certeza. (1)

Lo imprevisible está fuera del lujo (2) desde el punto de vista de «la experiencia del lujo». El lujo, hasta el lujo más lujoso de todos (que imagino que es rodearse de gente del mundo del lujo, no sólo estar rodeado de lujo) es vomitivamente previsible, cortado a medida humana, lo kitsch por excelencia, lo que se busca y satura por definición porque es imposible ver su fondo. El lujo no llega a lo humano porque descarta la imprevisibilidad, en él esta todo atado y bien atado, incluso la sorpresa. La experiencia del lujo es, por definición, la experiencia de la total previsibilidad, el orgasmo del supercontrol en el que se quiere hacer previsible hasta el placer de lo imprevisible, por eso nunca se puede vivir como totalmente suficiente, y el que el mercado del lujo sea tan fluctuante no responde a la idea de que el lujo sea «imprevisible» (¡que va!) sino a la inquietud que se deriva de que su búsqueda nunca sea, en el fondo, satisfecha -por más y más que se esmere.

Lo barato no es previsible. Lo barato es ese bien traido por los pelos que colma de alegría, porque en sí mismo se encuentra la altísima probabilidad de su inexistencia. Es la vida misma, en el sentido de que es la alegría que, poniéndome en el lugar de un gorrión, experimenta el gorrión que súbitamente encuentra una miga. Es el trapecista sin red, la vida en la que tienes que hacerte el colchón a la vez que haces vida, es la aventura. Lo barato es el bien común por el cual te alías y te riñes con las cosas, con esa cerradura (¡Maldita sea!) que no se abre, con el pomo de la escalera de ¡Qué bello es vivir! (¡Esta maravillosa casa destartalada!), con el atasco. De modo que, en conclusión, si lo barato adopta la forma de lo cutre, ¡Bienvenido lo cutre!

(1) Yo seré tu certeza es la nueva frase de amor de nuestros hermanos y antiguos referentes de Nueva York. Unos somos la certeza de otros y ésta es la civilización llevada a su resumen final, a su quintaesencia. Una frase de amor que hace que me interese muchísimo por Celine Song (no me interesa tu cine, Celine, me interesa lo que dices. Cuando leí en voz alta el texto que compuse sobre como había sido violada en el trigal aquel de Toledo y el profesor me respondió que eso no era un monólogo sino un no sé qué, sin atender al contenido, pisándolo brutalmente y apelando con desprecio de mi persona a la pura forma, casi lo mato, lo que me llevó, como siempre, al Despacho del Director. Claro, claro, hable mal, como siempre).

(2) El lujo como problema, el lujo como «clase social de los del lujo», el lujo como crueldad, el lujo como lo antirrefinado, el lujo como sinónimo de no sostenible, el lujo como abuso, el lujo como ignorancia, el lujo como bizarría de los pocos, el lujo como locura validada por el poder, el lujo como factura que legitima el mal, el lujo como falso hedonismo, el lujo como kitsch por excelencia. Y el asco (convertido en sinónimo de distinción o sensibilidad distinguida) como señal de impiedad y de zafiedad.

Bischofberger U (2025) Asfalto que llora buscando certeza. 

Formalismo en la enseñanza de las artes: lo cutre y las artes. Un ejemplo de cutrez

Título: texto cutre aprovechable sobre una violación (fragmento)

Un ejemplo en escritura dramática con una ficha técnica que narra la narración de la cutre violación de una mujer cutre ( la que lee el texto es gorda, ya mayor, fea, mal vestida, una intrusa) en un ambiente de clase alegre, juvenil y constructivo en el que ella participa como si fuera un pellejo convertido en herida en el dedo de una mano y es escuchada de modo que el circuito de lo cutre se cierra y la asfixia, la asfixia, la asfixia.

Ficha técnica del fragmento de ejercicio que presento.

Tipo Fragmento de ejercicio escolar de texto dramático
Tema Describe una experiencia de violación en primera persona
Contexto Leído en clase
Se producen una serie de acontecimientos que desencadenan una amonestación
Especificación sobre el contexto La alumna lo lee y se echa a llorar, aunque termina de leerlo (junto con un compañero). Termina. Los compañeros en silencio.
Comentario del profesor varón gay (3) Profesor: crítica de un aspecto formal, no escucha el contenido (4)
Reacción de la estudiante Extrañeza, descontento, desajuste.
Personajes PERSONAJE UNO. Mujer
PERSONAJE DOS. Mujer
PERSONAJE TRES. Mujer
Contexto general De la gestualidad que se produce, la alumna infiere incomodidad e irritación por parte del profesor.
El profesor reclamó. La alumna fue citada y amonestada.

(Entra PERSONAJE UNO.)

PERSONAJE UNO.- ¿No tenías que irte?

PERSONAJE TRES.- (Acercándose a la ventana y cruzándose de brazos. A la defensiva, pero no agresiva.) No me voy a ir de tu casa hasta que no lo hablemos del todo. ¿Has fregado ya?

PERSONAJE UNO.- Toda la cocina de arriba abajo. Suelo y horno. Y la campana también… no queda ningún resto de tus galletas y bizcochos… Que para lo poco que cocinas y la nada que comes, buena la montas.

PERSONAJE TRES.- Cómo eres.

PERSONAJE UNO.- (Acercándose a ella por detrás, conciliadora; apoyando la cabeza en su espalda.) Venga, guapa; aquí estamos. Tú para mí y yo para ti. Ya sabes que yo también… cuánto me alegro de que te quedes. (Se abrazan.)

PERSONAJE TRES.- (Separándose delicadamente.) Ya, ya… Ahora nos sentamos tranquilamente… Vamos a tomarnos el café.

(Se sientan. Silencio largo. Se sirven. Sonido de las cucharillas removiendo.)

PERSONAJE UNO.- (Aproximándose. Cogiéndole las manos a TRES.) Entonces, ¿cómo fue? Recuérdalo aunque te duela, ya que dices que quieres contármelo. (Baja la cabeza, baja la mirada a las manos.) Más me duele a mí. Bueno, más no… igual.

PERSONAJE TRES.- Habíamos ido de excursión. Él tenía un coche pequeño, un ciento veintisiete.

PERSONAJE UNO.- Me acuerdo de esos coches. Ya sabes que yo…

PERSONAJE TRES.- Sí, yo también lo recuerdo. Era rojo. Íbamos a Toledo. Ya llevábamos como tres semanas viéndonos…

PERSONAJE UNO.- ¿Tres semanas sólo?

PERSONAJE TRES.- Sí.

PERSONAJE UNO.- Qué poco.

PERSONAJE TRES.- (Echándose hacia detrás con un quejido.) Sí, yo. La impulsiva de siempre.

PERSONAJE UNO.- (Sonriendo, estirando con la mano la servilleta de papel.) Y qué guapa eras con tus diecisiete años… Esas piernas tan largas. (Mirándola de pronto.) Bueno, las sigues teniendo largas.

PERSONAJE TRES.- (Riendo.) Ahora ya… bueno. Déjame que siga.

PERSONAJE UNO.- Sí, sí, perdóname. Perdona a esta pobre UNO.

PERSONAJE TRES.- No digas eso. (Acariciándole las manos, besándoselas.) Bueno, empiezo otra vez. (Bajando el tono de voz.) Esta vez, te lo cuento todo de un tirón. Voy a cerrar los ojos para contártelo, ¿No te importa?

PERSONAJE UNO.- (De pronto, muy seria.) No, no, Qué va. Tú, desahógate… Ya que yo entonces me porté tan mal, mujer… Venga, cierra los ojos.

PERSONAJE TRES.- (Sin cerrar los ojos, removiéndose en su asiento, subiendo el tono de voz otra vez.) No, no… Eran otros tiempos. Yo no te juzgué entonces y no te juzgo ahora. Es la vida.

PERSONAJE UNO.- La vida… (Con un sollozo.) Vaya con la vida, que para mí es pasado y a ti te trata con tanta dureza…

PERSONAJE TRES.- (Poniéndose de pie, encendiéndose otro cigarrillo.) Mejor, te lo voy a contar de pie, dando vueltas por la habitación… Como cuando me tomabas las lecciones.

PERSONAJE UNO.- Sí, entonces estaba todo por hacer. (Se pone de pie y empieza a recoger la mesa.)

PERSONAJE TRES.- Luego recoges. Ahora escucha.

PERSONAJE UNO.- (Se sienta.) Sí, sí. Cuenta, cuenta mi amor. (Acariciándole la cara.) Qué delgada te has quedado. Esa relación te está matando, mi amor. Yo no digo nada, pero deberías, de una vez por todas, poner el punto final. (Recogiendo con la mano las migas del hule de la mesa camilla.) Tú vales mucho más que todo eso, nada de lo que te ha pasado justifica que ahora soportes lo insorportable. (Alzando de pronto la voz.) La soledad es muy mala, pero tu ¡huye! (Se levanta cojeando, pero con rapidez.) ¡Huye, amor! ¡Huye, sin mirar atrás! ¡Que nadie te ve, que nadie te mira a ti, que estamos solos!

PERSONAJE TRES.- (Se ha ido encogiendo y llora, acurrucada en el sofá, con la cara entre las manos. PERSONAJE UNO se acerca, y PERSONAJE TRES le abraza las piernas. Sollozando.). Quiero nacer, quiero volver a nacer.

PERSONAJE UNO.- ¡Habla! ¡Habla!

3.

(Suena el telefonillo.)

PERSONAJE TRES.- (Se seca las lágrimas. Se suena. Se incorpora. PERSONAJE UNO le coloca el pelo.) Justo ahora. Déjame, ya voy yo. Sí. Te abro, DOS.

PERSONAJE UNO.- (Complacida, sin tener en cuenta la situación precedente.) Vaya, hoy podremos estar las tres aquí… Un auténtico lujo.

PERSONAJE TRES.- Hace que no veo a DOS…

PERSONAJE UNO.- Pues mira. Ahora me lo cuentas con DOS. A ver qué dice ella también.

(Entra DOS.)

PERSONAJE DOS.- (Entra y abraza estrechamente a TRES, pero en silencio.) ¡Hola! (Yendo hacia ella.) ¿Qué tal? ¿Qué tal estás? (Besándola.)

PERSONAJE UNO.- Qué sorpresa, de verdad, no me lo puedo creer.

PERSONAJE DOS.- He venido para ayudar a TRES a desembuchar.

PERSONAJE UNO.- (Con risa forzada.) Desembuchar, por dios, qué expresión…

PERSONAJE DOS.- Sí. Porque lleva mucho guardado y ya es hora de que lo suelte. (Contundente.) No empieces a cortarme el rollo como siempre,

PERSONAJE UNO.- (Saltando como con un resorte.) Yo no corto nada, y además me voy a callar. Como una muerta. Ya verás cómo no me oyes más. (Gesto como de cerrarse la boca con una cremallera.)

PERSONAJE TRES.- Venga, no empecéis. (Dirigiéndose sólo a DOS.) Hoy UNO estaba bastante receptiva, TRES… justo ahora cuando has llegado iba yo a contárselo todo.

PERSONAJE UNO.- Pero es que no le salía. (Ante la mirada de DOS.) Me callo, me callo.

PERSONAJE DOS.- Venga. Como me lo contaste a mí. No hace falta que lo revivas. Sólo…

PERSONAJE TRES.- (Sentándose en el sofá, derrumbándose nuevamente, pero hablando con frialdad, en tono neutral.) Venga. Yo había ido muchas veces a su casa. Nos conocíamos… bueno… él se llamaba CUATRO. Me dijo no sé qué de cierta relación que tenía con algunos altos gobernantes de CINCO…

PERSONAJE UNO.- ¿Cómo altos gobernantes?

PERSONAJE DOS.- Calla, UNO.

PERSONAJE UNO.- Vale, vale.

PERSONAJE TRES.- El apartamento no era como el tuyo, UNO. También era cutrecillo, de estudiante, pero no estaba limpio. Yo cuando iba, limpiaba, y él me lo agradecía.

PERSONAJE UNO.- ¡Tú limpiando!

PERSONAJE DOS.- Qué capullo tenía que ser, además de cabrón.

PERSONAJE UNO.- ¡Guarda las formas!

PERSONAJE DOS.- Y tú, qué tonta, por dios.

PERSONAJE TRES.- Hasta que un día me propuso ir de excursión. Lo recuerdo todo así, en plan telégrafo, despojado de cualquier resto de emotividad… como una línea negra en el paisaje, como bolas de billar sin mesa y sin volumen bailando un juego absurdo…

PERSONAJE DOS.- Di, di.

PERSONAJE TRES.- Así, tal como lo cuento, sin más. Paró el coche cerca de un campo de trigo. No recuerdo el paisaje, la textura del trigo ni el olor. Sólo tengo las posiciones: bajando del coche, a la derecha por una senda…

PERSONAJE UNO.- ¿Cómo que un campo de trigo?

PERSONAJE DOS.- Un campo de trigo.

PERSONAJE TRES.- Y, según andábamos, a la izquierda. Y a continuación me siento tumbada sobre los rastrojos y me está violando.

( UNO se tapa la boca con la mano. La mira con los ojos muy abiertos. Queda así un buen rato. Silencio largo, incómodo. )

PERSONAJE TRES.- Yo grito muy fuerte, pero, claro, no me oye nadie. Es sólo un grito de desahogo.

PERSONAJE DOS.- Cabrón. (Mordiéndose los labios, muy crispada.) Cabrón.

PERSONAJE TRES.- Siento que no me duele nada… Es un dolor que no me corresponde. Bueno, quiero decir, sí hay dolor, pero el dolor está ahí flotando, no es mío.

( DOS empieza a llorar. Silencio.)

PERSONAJE DOS.- ¿Y te duele? ¿No? ¿Intentas apartarle?

PERSONAJE TRES.- No, no me lo planteo. Nunca me lo he planteado. Recuerdo el momento como una foto fija. No pasa nada.

PERSONAJE UNO.- Hostias, guapa… no pasa nada y te están violando.

PERSONAJE TRES.- No tengo opciones. (Cayéndosele las lágrimas, secándoselas con un pañuelo y empezando a sonreír.) Como soy tan positiva, sólo pienso: bueno, ya no soy virgen.

PERSONAJE DOS.- ¿Allí?

PERSONAJE TRES.- Allí no pienso. Hay un blanco grande en mi cerebro. No hay mente. Digo en el coche, a la vuelta.

PERSONAJE UNO.- ¿Y te volviste con él en el coche? ¿Que te acababa de violar?

PERSONAJE DOS.- (Agresiva.) A ver que hacía, con diecisiete años y en mitad del campo de trigo…

PERSONAJE TRES.- Hice como que no me importaba. De hecho, él volvió a llamarme muchas veces. Claro que nunca volví con él, claro que no. De pronto, era sólo un nombre. Su nombre. Y un concepto hueco. Violación. Y un puñado de sensaciones desmadejadas, desconcertantes, deshechas…

PERSONAJE UNO.- ¿Y tú…?

PERSONAJE DOS.- (Estallando.) ¡Cállate de una puta vez! Y, cuando volvió a casa, te lo contó. Y tú la escuchaste. Y tú dijiste (Remedándola.) qué vamos a hacer, hale, pues ya está, dame un abrazo… Tú todo lo has solucionado siempre con abrazos y con buenas palabras… Y ahora tiene que decirte… Díselo.

PERSONAJE TRES.- (Llorando.) No puedo.

PERSONAJE DOS.- (Gritando más.) Díselo.

PERSONAJE TRES.- (Llorando, gritando.) Que no quiero verte más. Me ha dicho el terapeuta que te lo diga. Que no quiero verte. Que si te sigo viendo voy a seguir vomitando. (Llorando sin control, abrazándola, gritando.) Que no te quiero, que no te quiero, que no te quiero…

PERSONAJE UNO.- La terapeuta… (Dirigiéndose a DOS.) Es la terapeuta. La terapeuta que tú le conseguiste. La…

PERSONAJE DOS.- (Cogiéndola y separándolas.) Me la llevo. Cuenta que no la vas a ver en mucho tiempo, digo a efectos de la tienda también.

PERSONAJE UNO.- ¿Con esto pagas tantos, tantos años de fidelidad? Lo único que he tenido siempre, todo el tiempo, habéis sido vosotras. (De pronto, fría, reflexiva. Hablando para sí.) Todo se rompe, todo, todo… No ha permanecido en mi vida más que el plástico. Han ido muriendo los canarios. El reloj de acero, lo perdí tontamente. El traje pantalón azul… El árbol que se veía desde la ventana, talado. La vecina, ya no está. La tienda… no es más que su sombra. El colchón, mira, hoy mismo se ha roto un muelle. (Con la boca seca, con sobriedad.) Lo único que me queda sois vosotras. Bueno, tú…

PERSONAJE DOS.- No la vas a ver más.

PERSONAJE UNO.- (De pronto, como perdiendo el equilibrio, girando.) Espera. Una copa te sentará bien.

PERSONAJE DOS.- (Horrorizada, perdiendo fuerza al sujetarla, mirando alrededor.) No, no. Vamos. Vamos.

PERSONAJE TRES.- (De pronto, oponiendo firme resistencia, liberándose de los brazos de DOS. Dirigiéndose a DOS.) Espera. Espera. Que quiero verla un momento. Que quiero verlo todo otra vez.

PERSONAJE DOS.- Pero…

PERSONAJE UNO.- Espera…

PERSONAJE DOS.- ¡Cállate!

PERSONAJE TRES.- (Sacudiéndose de DOS.) Déjame.

PERSONAJE DOS.- No, no. Vamos.

(TRES se dirige despacio al sofá. UNO va a la cocina y vuelve con dos vasos duralex de vino tinto, llenos. Le tiende un vaso a TRES, que lo coge. TRES, despacio mientras UNO habla, se acerca y se sienta en el sofá. Bebe y suspira. Enciende un cigarro.)

PERSONAJE UNO.- (Acaricia a TRES, Bebe en silencio.) Así está mejor. Mucho mejor.

(3) Se especifica la pertenencia al colectivo LGTBI+ porque la alumna presuponía que iba a encontrar una sensibilidad a su situación en «lo de fuera» que, obviamente, no se manifestó en absoluto. Al reves: la reacción que encontró fue de total cerrazón, es decir, de una cutre cortedad de miras.

(4) En el arte que he conocido a través de esta microcredencial y que se considera «fuera de mercado» de salida, la evaluación no es formalista, y sí se recibe el mensaje del artista. Esto es un puntazo a su favor y en contra, por supuesto, del psicoanálisis, porque es una demostración desde la práctica de que la mera comunicación, por serlo, es curativa.

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