Pensé que del arte material solo rezumaba tristeza, pero no.
El arte material nos cuenta la tristeza.
Pero la creación del arte material nos da la paz que falta.
La arcilla. ¡La arcilla! Tocarla, acariciarla.
La pintura. ¡La pintura! Olerla, desparramarla, extenderla,
El baile del brazo al trazarla en el lienzo, al girarla.
El delicado toque del pincel, su tacto suave.
¡Lavar los pinceles! ¡Lavarlos!
Ver cómo se tiñe el agua y se disuelve, se va, se escapa girando con la fuerza de Coriolis por el sumidero…
¡El agua teñida de color!
Y el lienzo, creciendo a un rimo…
¡A un ritmo continuo, y no discreto!
¡Pintura! ¡Pincel! ¿Y el carbón? El carbón, extendiéndose dócil en el soporte,
Llenando siempre. Voz humana. Carbón.
Ay, artes materiales, qué de todos deberíais ser. Y cuánta, cuánta falta hacéis.
El arte material, se ve, nos habla de tristeza. Pero nos da tanto, que su concurso en nuestras vidas debería ser inaplazable.
(Homenaje a PABLO HELGUERA.)