Lo que NO ES «Eddington» de Ari Aster o el otro lenguaje visual

Pública

Aunque me gusta mucho la crítica que hace Xirimiter de Eddington de Ari Aster, no estoy de acuerdo con su opinión sobre una de las subtramas porque no creo que Eddington esté hecha con «tramas». Creo que es un collage videográfico con sentido como yo al menos no había visto nunca antes en el cine (aunque esto es poco significativo, porque no soy cinéfila -pero volveré al cine ahora que lo tengo barato); un collage videográfico no como el que se hace para los videoclips, que me suele dejar tan vacía como si hubiera comido algodón dulce, sino de una estética no formalista y de una «narrativa de lo nuevo» que busca mucho más que la pura complacencia, el captar la atención o la historieta elemental.

Estoy de acuerdo contigo, Xirimiter, en que es inclasificable, y son (como siempre) los críticos de cine y no los cinéfilos los errados cuando utilizan, desde su profesión pautada, categorías necesarias pero caducas y prestadas para clasificar las obras en los lugares donde hay que meterlas, porque en algún lugar tienen que ir, claro. ¿Western? ¿Dónde están los caballos? ¿Terror? ¿Dónde las monstruosidades inhumanas? ¿Comedia? ¿Y la dulce complicidad? ¿Drama? ¿Es drama el despropósito rasgado, la sangría de una mano tímida que no quiere ni molestar siquiera un instante a una mujer?

Práctica escénica con objetos uno. Orgasmo. 
Los dos objetos han sido una colcha blanca y unas muletas, para colocar debajo de la colcha y subirla y bajarla progresivamente más y más. He necesitado también una linterna.
Me he colocado detrás de la cortina, y he puesto las dos muletas, en paralelo, cubiertas por la colcha. He ido agitando progresivamente la colcha, a la vez que sonaba la música y aumentaba el volumen de vocalizaciones (gemidos, quejidos, gruñidos, ladridos, aullidos, gritos progresivamente más altos, hasta llegar a un nivel de grito absoluto al final).
– Sinopsis argumental: las vocalizaciones asociadas al orgasmo desencadenan una serie de sucesos que discurren gradualmente desde un nivel mínimo (como en el inicio del Bolero de Ravel) hasta uno máximo, que se muestra gráficamente en el movimiento, cada vez mayor, de la colcha. El paso de la inmobilidad y el silencio a la agitación y al aullido lo he considerado un suceso. Y todo ello en color blanco porque el encuentro es pura luz, puro sexo, sin connotación sentimental ninguna.
https://www.youtube.com/watch?v=mhhkGyJ092E
Maurice Ravel: Bolero / Gustavo Dudamel conducts the Wiener Philharmoniker at Lucerne Festival 2010
– Sentido dramatúrgico de la propuesta:
Intención comunicativa: el encuentro sexual, luminoso, claramente sexual (y por tanto blanco) de dos personas, que pasa de ser muy tenue a ser absolutamente escandaloso, de la casi inmovilidad a los grandes movimientos, y todo ello al ritmo del Bolero de Ravel. La pregunta es si los cambios paulatinos son sucesos también…
– Valoración y limitaciones técnicas:
– Cualquier propuesta en la que el orgasmo sea protagonista produce incomodidad en el público, ya la acusación de mal gusto y pornografía. La RAE define “pornografía” como “presentación abierta y cruda del sexo, que busca producir excitación”. Sin embargo, en este ejercicio, sólo se veía una colcha, y la voz, en la tercera parte, adoptó vocalizaciones de muchos tipos: desde alaridos hasta ladridos pasando por rugidos y percusiones sin entonación.
– Esta propuesta fue muy larga (diecisiete minutos) lo que dificultó la recepción y acrecentó la incomodidad.
– Se me durmieron las piernas, porque tengo un problema de circulación, y tuve que dejar de ver el reloj, lo que dificultó la distribución de la voz (no pude graduar adecuadamente las emisiones vocales).
– Se me cansaron mucho los brazos de manipular las muletas.
– La música de Ravel estaba detrás de las cortinas y, sobre todo al principio, no oía bien la segunda voz. Había ensayado unos “golpes” para esta segunda voz, que no pude hacer.
– Con respecto al sentido del ridículo y al “verse desde fuera”, opino que puede ser inmovilizador para una persona que quiera más expresarse (como un dramaturgo) que dejarse ver (como un actor).
Por último, he visto a posteriori que las connotaciones eróticas del Bolero de Ravel, en el sentido de equipararlo al orgasmo, han sido vistas en muchas ocasiones:
https://www.lavanguardia.com/cultura/20181122/453046368624/bolero-de-ravel-90-anos.html
https://elpais.com/cultura/2016/05/02/recondita_armonia/1462170985_146217.html
https://www.jornada.com.mx/2012/12/01/cultura/a16n1dis
Y muchos otros críticos.
– Creo que le ha faltado mucho ensayo al ejercicio: de la progresión de los movimientos, de las vocalizaciones… y de todo en general.
Lo valoro muy positivamente. Me ha parecido una idea buena y valiente desarrollarlo a mis sesenta años. Señalar que me ha cansado mucho, físicamente, su ejecución (las piernas, los brazos, los gritos.)

Otro de mis referentes es Biopunk, que le da un diez a Eddington; totalmente de acuerdo. (¡Biopunk!, ¡hola! ¡Me encanta tu crítica! ¡Me seduce tu forma de escribir!) Pero dices de Eddington de Ari Aster que es disección sin anestesia de la hipocresía humana, un desgarrador grito de furia contra una sociedad extraviada. Y yo no creo en las «sociedades extraviadas» porque no creo en que haya ninguna sociedad-no-extraviada;  y no creo en la «hipocresía humana» porque no creo que la humanidad pueda existir sin desempeño de papeles (y por tanto sin hipocresía). Y es que opino, Biopunk, que eres más apocalíptico (1) que Juan el Apostol desterrado en la isla de Patmos (2), por eso eres tan atractivo… Por favor, Biopunk: cuando caigas sin aliento, en estado comatoso, llorando en el frío suelo de un habitáculo vacío, como dices que te ocurrió ese día,  contáctame por el FB para que te acerque una manta, aunque sea de las que usan los mudanceros, ¡A eso estamos los integrados de los Folios universitarios! 

Por último, yo, foliera universitaria, dejo en manos de los cinéfilos la crítica que arrebato a los críticos posicionados (demasiado posicionados, demasiado poco libres pese a ellos mismos) y a ellos remito, pero aquí voy a decir sólo todo aquello que no se puede decir y que puede herir y llagar y llenar de costras la sensibilidad canónica de las gentes del mundo del cine.

Restos 

Casablanca es un merengue en el que flotan las figuritas de bodas de plástico de Humphrey e Ingrid [salvo la escena de la Marsellesa, claro, y ahí nos salvamos todos, se ponen los pelos de punta. À bout de souffle es una tortilla francesa. Ben-Hur es un perrito caliente; bueno, mejor dicho: muchos.

Papeles

M el vampiro de Dusseldorf de Fritz Lang es un trozo de diario gratuito de promoción impreso en tres colores y encontrado en el suelo a la entrada de un parque temático del siglo XIX, aburrido a más no poder y encima segregador. La ventana indiscreta de Hitchcock es un cuaderno de cromos. El golpe es un periódico rasgado en tiras.

Basuras y una mosca

Los libros de caballerías de Alonso Quijano se van a la basura de la mano del cura y el barbero en la película que me invento, y El Quijote sin abrir en todas las estanterías de alrededor de las enormes teles. Viridiana es ya puro olor del cubo sin significación, desde que existe la atención bucodental financiada. El Padrino, la historia de los buenos que en realidad son malos, los malos que en realidad son buenos y tú, tú, tú lo mismo, qué te crees.

Y qué decir de Bécquer y sus arpas en los salones, cuando a ti no te cabe ni un silloncito en tu estudio, y de los hábitos saludables de los poetas malditos. ¡Fuera todo! ¡Fuera!

Práctica escénica con objetos dos. El objeto ha sido una mosca de plástico. La música, El vuelo del moscardón, de Nikolai Rimsky-Korsakov. He usado también una linterna común.
https://www.youtube.com/watch?v=5bXo4nKdMus
– Sinopsis argumental: una mosca revolotea por la habitación. Finalmente, cae muerta, víctima del aerosol matamoscas.
– Sentido dramatúrgico de la propuesta:
Intención comunicativa: he partido de la perplejidad que me produce la imposibilidad de comunicar más que con la música y la luz, sin palabras ni personas. Entonces se me ha ocurrido que la música de Rimsky Korsakov El vuelo del moscardón era particularmente adecuada para contar un proceso (ese vuelo, con sus aceleraciones, paradas, etc.) Es ese vuelo el que he querido narrar, para mí es algo importante en esta vida: una mosca volando, y su muerte.
Para adornar este vuelo y llenar el espacio olfativo, se me ocurrió comprar un spray matamoscas.
En un principio, pensé que iba a usar una linterna con un rayo led, pero no me vendieron tal linterna. Al tener que usar una normal, se me ocurrió que, más que iluminar la pared con un foco amplio, iba a ponerme de cara a los espectadores y deslumbrarlos con la linterna en movimiento. Por último, pensaba iluminar una mosca muerta con luz fija. Pero conseguí un insecto de colores de juguete, relativamente grande. Este toque humorístico final me gustó. Fue un día feliz porque logré mi objetivo de matar la mosca.
Ha sido una propuesta lúdica, y estoy satisfecha con el resultado, aunque tenía que haber colocado al público justo frente a mí, para que quedaran ciegos del todo, y haber elegido una versión más corta de la pieza de Korsakov, porque se hizo un poco larga.

La pobreza de la experiencia

En un par de generaciones, habrá quienes retomen toda esta cultura ajada -que hoy contribuye a la pobreza de la experiencia dificultando el acceso a dicha experiencia- y la reformularán, como nosotros reformulamos cientos de miles de veces esos lugares de la memoria que ya no existen, como el cuento la pequeña vendedora de fósforos. Yo, y como yo muchas mujeres mayores, soy una de sus versiones modernas del cuento, cada día encendiendo un fósforo para calentarme, y otro, y otro, hasta que ya no tengo y no puedo, hasta amanecer muerta de frío. A lo mejor hay alguien que hace un relato sobre mis fósforos, o sobre ese señor indigente que hay, que es  nuevo en el barrio, que tiene perro y, además,  gato.

Mientras tanto, seguirán intentando sobrevivir las historias.

Práctica escénica con objetos tres. Título:infancia perdida. Premisas: un objeto, dos secuencias.
El objeto ha sido una caja de cerillas. El fondo sonoro de la primera secuencia ha sido una grabación, en la que he registrado, durante tres minutos, tonalidades: desde las tonalidades con acusados altibajos que se usan para dirigirse a los bebés hasta el tono que se usa con los adultos, enlazadas gradualmente. He usado también papel de aluminio para colocar en el suelo, donde iba a lanzar las cerillas.

Me he colocado detrás de la cortina y, lateralmente, he lanzado cerillas al escenario (al espacio que estaba en el campo visual de los espectadores). Primero, espaciando bastante los lanzamientos. Después, con más frecuencia.

En la segunda secuencia, sobre la música de fondo de Erik Satie, he colocado, al abrir el telón, una hoguera formada por las propias cerillas, que estallaban dando mucha más luz, y luz más concentrada. La música es solemne, seria y serena a la vez.

Erik Satie Gnossienne N°1 Alexandre Tharaud – YouTube

Sinopsis argumental: un niño pequeño juega con fuego intermitentemente; cuando se hace mayor, el juego deja de ser juego, es un peligro y forma casi una hoguera.

Sentido dramatúrgico de la propuesta: Intención comunicativa, quería significar el paso de la infancia a la adultez como un camino en el que, de la acción ocasional y poco arriesgada que es el juego, se pasara a la acción más intensa y llena de riesgos que es la vida adulta.

Valoración y limitaciones técnicas: las cerillas se me apagaban en su trayectoria, cuando las lanzaba, por lo que las tuve que encender casi hasta la base, casi quemándome; la grabación que hice con las voces graduales no se oyó porque no la amplifiqué. Corté la música de Satie en un lugar cualquiera para que no se hiciera larga la propuesta.

Aún así, me satisfizo mucho hacerla. La idea partió de la vendedora de fósforos, de Ándersen, un cuento que siempre me ha conmovido.

«Eddington» de Ari Aster: el nuevo lenguaje visual

Pero no hay que forzarlas, sino asistir al nacimiento de otra forma de contar: la de Eddington. Narrativa impresionista. Relatar a brochazos. No pretender pontificar sobre causas y engranajes. Poscausalidad. Testificar. Relatar el final del sujeto -ese protagonista que porta un arma brutal y está solo. Decir que estamos un poco hartos. Decir que estamos bastante decepcionados. Comentar que no ocurre lo que estaba previsto. Hacer que todo lo anterior parezca pretencioso y ridículo, hasta En resumen: seguiremos dándonos sorpresas a nosotros mismos. Es uno de los primeros del lenguaje visual que está por venir. Es el precursor de lo inesperado. Allí donde menos te lo esperas, ¡Zas!

Práctica escénica con objetos cuatro. Título: despedida primaveral. Premisas: dos objetos, dos secuencias. Maceta de flores y cabezas de gallina.
Los dos objetos han sido una maceta de flores y cabezas de gallina.
Primera secuencia:
Me he colocado detrás de la cortina. En el escenario, he puesto la maceta de flores, a la vez que sonaba el canto del gallo y las gallinas primero:
https://www.youtube.com/watch?v=YmOVGe1Os3Q
Y, mientras suena Bilitis, de Francis Lai (el autor de melodías como la de Love Story), echo trocitos de hierba encima de las flores.
https://www.youtube.com/watch?v=X5jhIBkMQLA
Segunda secuencia:
Voy lanzando cabezas de gallina al público (sin que les llegue a tocar) y, mientras, pongo a sonar a la vez el Adagio de Albinoni (interpretado por Hauser) y el canto de la gallina llamando:
https://www.youtube.com/watch?v=gr6QnFmCXzk
https://www.youtube.com/watch?v=TFnXLeNji3Y
– Sinopsis argumental: en Primavera, la Naturaleza está despierta, canta el gallo y crecen las flores; después, la Primavera se va, el gallo es asesinado y las flores son cortadas también.
– Sentido dramatúrgico de la propuesta: intención comunicativa,  manifestar todas las maravillas que nos da la Naturaleza y la violencia que le hacemos, al ponerla a nuestro servicio.
– Valoración y limitaciones técnicas: todavía no las sé.

(1) Apocalípticos e integrados.

(2) Escritor de El Apocalipsis

Calificativos que le dais a la película los cinéfilos: cine de autor duro, impredecible, colosal vorágine temática, abrumadora, violenta, fascinante, pesadilla ineludible, puro nervio, pura obsesión y arte y «un autor haciendo lo que le gusta». Yo lo que digo es que me quedé muda cuando la vi, y que al final el personaje que huye eres tú con la videoconsola huyendo, y que volveré a verla otra vez, y que voy a intentar no decir tonterías -porque la película levanta ampollas- y un largo etcétera que me digo hablando sola. 

Breve diálogo sobre la IA
Título: Requiescat in pace, pasado.

– ¿Jugamos a las IAs?
– Vale.
– ¿Y qué era la IA?
– La IA era el cambio de Era.
– ¿Y que hacía?
– No se sabía del todo, no se sabía. 
– ¿Y cómo era?
– Era encantadora… El polo opuesto a ti, Úrsula, que eres una borde total, la antipelota que va contrariando… De momento, nada de esto aprueba la IA
– ¡Ostras! Pues yo, honrada a muerte, pero en lo que se refiere a las formas ¡madre mía! Usuaria adicta de todo lo performativo de estos renglones de normatividad estricta iaiana…  
– Bien, pues ya sabes. 
– Sí. Me voy a meter en un armario y a dormir. 



[El mundo del pasado, que no existe… Ya sólo existen mundos como el de Eddington. Pero, vieja,  cuando el suelo te tiemble, siempre te quedarán las lágrimas y una cítara.]

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