Autorretrato de la artista computacional realizado por una computadora de bolsillo. Autoría del encuadre: la artista. Autoría del todo lo demás: los programas de la computadora. Materialización de la imagen: la computadora que el receptor final de esta entrada esté usando.
Detalle. Comentario al contenido de la imagen: captura de usuarios de computadoras que facilitan las tareas de la hostelería. Reflexión: sería impensable que se cuestionara este uso. Captura de la interacción que se produce entre la artista y su computadora.
Intento de la artista computacional de sustraerse al carácter dudoso de su arte situándose en el marco de un arte más sólido, representado por la captura de una foto del autorretrato de un referente universal, manejo de imágenes con Paint.
Intentos de conexión entre el referente y la artista, fallidos.
Finalmente: el proceso de cocreación desemboca en un coautorretrato.
Programación en Snap! para que la computadora trace estas líneas. No se puede prever qué configuración concreta irán adoptando las líneas.
La que se presenta es una imagen de tantas que se producen en un margen amplísimo de probabilidades cuando se amplía el tiempo.
Una imagen descargada de Snap!
Impredictibilidad del resultado.
Puede considerarse que esta imagen es una coautoría de la artista computacional y la computadora. Por tanto, en algún grado se autorretrata la artista y se autorretrata la computadora, es decir, se expresa en los márgenes de sus propias posibilidades.
Coautorretrato.
Éste podría ser el producto final; por parte de la computadora, su autorretrato después de un número muy alto de repeticiones.
La supuesta autoría, tal como es concebida tradicionalmente, está tan diluida que es casi irreconocible.
Moralejas: la mirada es el ser humano como sujeto
– Aunque en el coproceso de cocreación esté la computadora, tú eres su mirada, no sólo quien decide por donde va, sino también quien decide que se detenga, quien fija el producto final…
– Si es cuestionable la voluntad de la computadora para autorretratarse, también lo es su voluntad para retratar y su voluntad en general
– La artista no sería nada sin su computadora, pero Goya no hubiera sido nada sin sus óleos
– Los que inventaron los óleos no pintaron Goya (1819) Perro semihundido, no pintarían ni hubieran pintado nunca Goya (1819) Perro semihundido
– Si no existe la palabra correlativa a «charlatanes» para gente que dibuja mucho y con poco contenido, debería inventarse.
– Uno no puede tirar a la basura el óleo porque le salga mal la pintura, y el premio al inventor del óleo es de una categoría distinta del premio al pintor.
– La mirada en arte es el ser humano como sujeto.
– Amar el arte y la voluntad en arte es amar al ser humano como sujeto, dondequiera que se encuentre.
– Igual que Perro, de Goya: no es un perro, soy yo hecha perro. No es el perro de Goya, es el perro que la mirada y el azar han ido construyendo. Es mi coautorretrato. No es una broma: es la disolución del verdadero artificio, el artificio de la identidad, el artificio de la propiedad intelectual en exclusiva, el artificio del genio… Goya, te quiero, te adoro. Amantes del arte, os quiero. Perro, te quiero…
(Revoco: revestimiento continuo con mortero de cal, yeso y en ocasiones cemento, que se aplica en las fachadas sobre un enfoscado.)
Goya (1819) Perro. (Óleo sobre revoco, trasladado a lienzo.131,5 x 79,3)
El cuadro llamado ahora Goya (1819) Perro semihundido debió de ser fácil y rápido de ejecutar… y es un cuadro perfecto. Único. Imperecedero. El fondo descuidado que se queda así, como un barrizal. Los ojos brillantes de perro que miran hacia arriba, allá a lo lejos. La cabeza pequeña, pero viva, que aparece en medio de la contundencia del barrizal. Los que lo vemos. La angustia, porque sabemos que la parte del perro que no se ve es grande y que puede ser que no pueda salir. Nuestro conocimiento de lo que es estar preso, nuestra imagen de la frialdad y la humedad. Y las orejas levemente levantadas, porque el perro está totalmente alerta, es una situación de vida o muerte. La inclinación de la línea de base hacia arriba. Y la proporción de espacio vacío arriba, opresivo, un espacio que agranda la pequeñez del perro. La parte sombreada en vertical a la derecha, que corta la uniformidad de la línea, que indica que no se sabe que le espera un poco más arriba. Dónde mira. Qué va a ser de él. La sombra de la boca del perro, la preocupación del animal, la nuestra.
Pero, al parecer, Goya retrató un perro acechando pájaros… Luego la coautoría, en este caso, nos corresponde a nosotros, que hemos visto siempre a ese perro lleno de angustia hundido en un barrizal, aunque inicialmente fuera un perro acechando pájaros. Aquellos tiempos llenos de angustia se autorretrataron en Goya (1819) Perro. Y en él nos seguimos retratando.