REDIMENSIONAR en el contexto de las CAUSAS

Foto: incomprensibles ausencias en las escuelas de arte y en los imaginarios de los cómicos desreferenciados

Esta es la conclusión a los viajes de ida y vuelta (creación e interpretación) de Naturaleza en sombra.
El entramado de razones tanto de creación como de interpretación de una obra de arte es demostrativo de que el mundo de la causalidad y el de la postcausalidad son, exactamente, como el mundo material o infraestructural y el mundo simbólico, o como estos y el mundo virtual: versiones de lo mismo. Pero tanto en la conciencia humana como en la realidad que la humanidad crea, la causalidad es la inmediatez insustituible, del mismo modo que el tiempo newtoniano lo es, o nuestras veinticuatro horas, u otras realidades físicas lo son.

De modo que los juegos de contingencias que adoráis o adoramos los cómicos, los juegos que parecen dar claves, los juegos del amor y la risa y el placer, todo aquello que se quemó de Aristóteles, lo que es el núcleo ardiente de la vida y su sentido propio, todo, todo (subrayo) tenéis que dimensionarlo en el territorio de las causas. Porque si no, ¡oh, visionarios alegres! ¡oh, diablillos de toda especie! ¡oh, buscadores empedernidos de la felicidad! ¡on envidiosillos, advertidos, humanos, situados, cabalgadores de todo y vasallos de nadie!  ¡oh, amables, complacientes, amantes, ricos en sabiduría, dichosos en contactos! Si no lo hacéis así, seréis tan infecundos y tan nefastos como los creadores de esos conceptos sólidos que apisonan, como le apisonaban a Foucault y a Schopenhauer, o como le apisonan a mi profesor de Nuevos Medios, o como le apisonan a Area en sus momentos más lúcidos o como me apisonan a mí.
Y el humor no consiste en señalar carencias, no: el humor consiste en

 

Esa es el sketch pendiente de Area. Encontrar esas dimensiones y darles la vuelta y la vuelta para que sean una ayuda. Recuerdos al mundo de los cómicos.

Mi experiencia personal es que, cuando me aproximo al mundo de los cómicos, siento horror vacui. Eso todos, creo, o casi todos. Por eso son tan meritorios los dibujos de Area, que son consecuencia directa y lúcida de su vinculación al mundo de los cómicos. En todos los casos, este horror vacui responde a una vivencia real, no subjetiva: es el temblor de los referentes de los mundos convencionales que habitamos, temblor causado no solo por la risa (que siempre rompe), no solo por el placer (imperecederamente controlado e imperecederamente rompedor y constantemente roto en nuestros días, tal como describe la novela sobre personas del mundo del diseño gráfico titulada La perfección), también por otros motivos, por la otra cara del humor: por la envidia y el resentimiento y la vanidad y todo lo peor de la naturaleza humana constituida en YO, el humor barato y hostil, el humor basado en las categorizaciones del poder y en los prejuicios, el humor que complace como se complacían los humoristas de la cámara oculta.

Creo en la responsabilidad del humor. He visto la película en la que se hacía burla sistemática de una mujer soltera en un pueblo, no me acuerdo cómo se llamaba, un clásico, eso eran risas, muchas risas. En Niederuzwil, cuando mi padre era pequeño, una niña gordita dejó de ir al colegio, de salir de casa y murió: no se me olvida. No se me olvida mi alumno tartamudo. Y no me olvido yo de mí. He sido materia y objeto, yo misma, de un millón de escenas humorísticas. He sido testigo de humores crueles y despiadados a todas las edades. Y el humor es responsable, claro que sí. La clave de la responsabilidad del humor, hoy, siglo XXI, es que salga del espacio de la mera contingencia y se sitúe en el espacio de la causalidad, en el espacio humano por excelencia que es el espacio del tiempo. Los humoristas de la esfera de la bondad tienen que redimensionar sus obras en el contexto de las causas, y no de las contingencias; en el contexto de las categorizaciones plebeyas, y no de las del poder, en fin, esto estará de sobra pensado, aunque no sé dónde se ha dicho… Ese, y no otro, no la burla del yo crecido que nos constituye a todos, es el humor de la inteligencia. La vida da una risa por sí misma que vaya, ahí está la inspiración.

¡Ah! Y que no se me olvide: el cómico es lo más alejado de un juez que imaginarse pueda. Por tanto, a mí no hay cómico que me condene. Ni a mí ni a nadie. Y me da igual haber hecho un montón de cosas mal: me defenderé hasta la muerte, y las cosas buenas que he hecho me las tendríais que defender vosotros, apoyándoos los unos a los otros… y bueno, no sé mucho de humor, en fin, y tampoco es que sea una persona que guste a mucha gente, que va, pero me importa un bledo o, por lo menos, si me importa no me causa. Y a veces echáis mucha peste a poder entre vosotros y vosotras. Y es que me acuerdo de Gogol quemando sus trabajos y me da una pena tan gustosa como la risa, porque a Gogol lo admiro muchísimo. Bueno, admiro muchísimo a muchos. Y si has leído hasta aquí, brécol.
Más o menos, todo esto es lo que pienso. Pero sí: es muy complicado.

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