Podría decirse que la Naturaleza es lo sagrado en lo profano. Que sagrado y profano no son antónimos, y que su intersección es la mejor definición que tenemos de Naturaleza. ¿Qué es lo que permanece sin clasificación, por definición? La Naturaleza. ¿Y qué es la Naturaleza sino aquello que está circunscrito, defendido por una prohibición, lo que provoca sobrecogimiento y pánico a la vez, lo que nos conmueve a los animales, el fuego, el viento, la vegetación, el cauce del río que avanza y se desborda, la nieve desde la altura, el diluvio, la presencia de otro animal? ¿No es precisamente lo prohibido?
«Sagrado» y «profano» no son antónimos. El «fuera» de lo profano es la monstruosidad inaccesible de la Naturaleza. Es un error intentar hermanarnos con ella, «la inmersión en las flores» no es la actitud necesaria, y el tibio discurso de su destrucción se revela impotente frente a la urgencia. Lo necesario es que renazca en nosotros el horror a lo sagrado en ella, reconocer que se ha realizado la transgresión de las transgresiones, que es la transgresión de lo prohibido por naturaleza: nuestra forma de sortearla y someterla al deseo sin el estremecimiento de reconocerla como lo profano sagrado. Este juego travieso de Prometeo (astucias, engaños, logros) que ha sido nuestra Historia no queda impune.
Carácter de intemperie de la Naturaleza. Es el carácter de intemperie de la Naturaleza, su carácter de no-casa y no su carácter de casa, lo que consecuentemente se manifiesta a continuación. Es el turno de lo que está fuera de los deseos de la humanidad y se muestra como epidemia, como plaga, como agua o como fuego. Hará falta que se imponga su horror para que se vuelva a sacralizar y recordemos que lo profano, lo que está en la intemperie, lo de fuera y no la estructura interna de nuestra sociedad que es lo que la impostura de «lo sagrado» de ahora defiende, es lo que está realmente defendido de nuestra arrogancia por una prohibición.
Lo sobrenatural sigue siendo Naturaleza. No puede existir, porque no sabemos cuál es la medida de la Naturaleza. ¿Cómo vamos a poder decir que algo está por encima de la Naturaleza, si no tenemos su medida, si es lo que está fuera del alcance humano? ¿Quién puede definir cuáles son los límites de la Naturaleza, como decir hasta dónde llega lo que no conocemos porque perpetuamente se aleja conforme nos acercamos?
Lo visible en la Naturaleza es mínimo. Sólo a escala humana, según nuestros ojos, nuestra perspectiva y nuestra medida. Según nuestra naturaleza. Según la Tierra. Sólo lo que sabemos hasta ahora. Somos al ser humano del siglo veintitrés lo que un neanderthal a nosotros: no sabemos nada. No vemos. No podemos hablar de lo que se encuentra fuera y permanece sin clasificación.
La Naturaleza como monstruo. Si hay un prodigio, una cosa excesivamente grande o extraordinaria en cualquier línea, ésta es la Naturaleza. Es un prodigio, un milagro, lo que causa extrañeza, aquello que es lo último e inaccesible que produce la admiración de la que hablaba Aristóteles.
Jose de Ribera (1630) Prometeo [193,5 por 155,5 centímetros]