Cuando los políticos que tan involucrados están con lo real se preguntan por la huella que van a dejar en la Historia, yo creo que deberían distinguirse estos tres aspectos: el sello, el papel y la dirección. Distinguir estos tres aspectos es esencial, igualmente, para que los desarrolladores de las IAs se los cuenten a las IAs, haciendolas conocedoras de aquello que es la materia misma de la humanidad, que es esa ambigüedad de lo humano que tanto las puede llevar a error.
El sello, el papel y la dirección
Tenemos el sello «Gorbachov», por ejemplo. El sello «Gorbachov» es un sello personal totalmente negativo para muchos rusos, muy positivo para casi todos en el mundo occidental y con una entidad propia indudable. Yo tengo sólo un pequeño recorte de él, le vi en un reportaje en su casa, con su perrito, y parecía un ser triste, vulnerable. Era muy mayor. Su voz no era arrogante, sino más bien dubitativa. Su persona no desprendía ese DAG, Despotismo Autista Grandioso, al que estamos habituados, sino un temblor muy humano. Pero su sello queda totalmente tatuado en la Historia.
Su papel fue decisivo. No movió montañas, pero casi. Echó abajo el muro de Berlín y más cosas que no sé. Apostó mucho, bien desde el punto de vista de unos, mal desde el punto de vista de otros. Por lo poco que sé, creo que fue un jugador en el que tal vez se conjugaban el entusiasmo y la capacidad de comprender con calma y humanidad, lo cual es una buena definición del concepto de «jugador prudente»(1), que es lo que queremos ser muchos en la vida. No sé si algunos lo considerarían «prudente», pero «prudente» es pensar el bien general, no sé…
Respecto a la dirección, estamos viendo la dirección que están tomando los acontecimientos en los que su papel fue decisivo, y es una dirección que requiere consolidación, que por sí misma no se sostiene; una dirección difícil, en la que, sin nombre, Gorvachov sigue existiendo; una dirección que él como sello avala desde las nubes en las que está desde 2022; una dirección que no tenemos ni idea de cómo va a evolucionar porque en las direcciones toca todo el mundo, ni muchísimo menos sólo una persona.
Tenemos el sello «digitalidad». (2) Que la digitalidad es una construcción maravillosa y absolutamente genial, que no hay palabras para calificar este invento, que es El invento o «la cosa» por excelencia (no el invento del siglo, no el invento del milenio, El invento más sofisticado, simple y decisivo de la humanidad hasta ahora) es algo que todos sabemos.
Su papel es crucial a todos los niveles, siempre teniendo en cuenta que lo que llamamos digitalidad es un hito, sólo un hito (una cima, lo que se levanta pero es sostenido) de muchísimas otras cosas que o bien la han hecho nacer o bien han sido modificadas por su nacimiento. Como ese conjunto indiscernible de cosas que es, la digitalidad tiene un papel de protagonismo absoluto en los tiempos que corren, tal como estudié en la asignatura de Cultura Visual y Nuevos Medios. Yo, tonta de mí, no me daba cuenta, me costó verlo y cuando lo vi casi me dio un pasmo.
La dirección a la que nos está arrojando la digitalidad, como en el caso de Gorbachov, depende de cómo vayamos recibiendo el testigo. Porque si bien en el caso de Gorbachov las resistencias son las facticidades de las cosas (o sea, que una cosa es «querer» y otra es «poder»), en el caso de la digitalidad las resistencias son los desconocimientos (o sea, que puedes «querer» pero que también tienes que «saber cómo hacerlo»).
Y por último tenemos el sello «rueda». La «rueda», que es algo así como el modo por el que el ser humano burla la gravedad, ha sobrevivido como sello en esa palabra, que existe en todos los idiomas, me imagino. Hasta en el idioma Sesotho sa Leboa, uno de los más raros del mundo y con el alfabeto más resumido, tiene una palabra para ella, Leotwana.
Su papel ha sido sencillamente decisivo en todas y cada una de las áreas de lo que es ser humano, desde la construcción de las pirámides hasta las comunicaciones… ¿Dónde nos lleva la rueda? Sería bastante corto de miras, por nuestra parte, decir que ella es la responsable de los vehículos que originan el tráfico que termina en la contaminación atmosférica que, a su vez, causa el calentamiento global que genera cambios atmosféricos que provocan esa muerte de la que como seres vivos somos antítesis. No sabemos bien dónde nos lleva, pero, en el camino, la disfrutamos. La gozamos en el coche y en el patinete; está en casi todas las fábricas, y sin ella los productores se quedarían sin producción; gozamos de su imprevisibilidad (unida a la nuestra) en el fútbol y muchos otros deportes, y hasta cuando la echamos en el plato y nos la comemos en forma de cuscús es un gustazo.
Lo importante para el político en la cima del mundo, en la cima de la institución, de la empresa o de la comunidad de vecinos
- Político, tu «sello» es lo de menos. De verdad. ¿Cuánta gente hay que ahora mismo esté leyendo Hamlet? ¿Quién fue Shakespeare? ¿De quién era «hito»? Procura que tu sello no sea el DAG. No derives hacia la EPAN, Egolatría Personal Autocrática Narcisistica. Y, por abreviar, acuérdate que eres hombre, que era lo que decían los romanos, creo, a los emperadores mientras les aclamaban, lo que significa «algo bastante chuchurrío en el fondo».
- Tu papel importa. Tu compromiso es lo que verdaderamente importa; aunque de tu nombre no quede nada, lo que muevas ahí donde estás quedará, quedará mudo y presente a la vez. Pero recuerda que tu papel no es sinónimo de lo que pretendes hacer, a veces tu comportamiento coge patas y te juega en contra.
- La dirección. Ese es el punto clave. Y es lo más difícil de todo… Político, no consientas que nadie te llame «malo». Y, sobre todo, sé bueno. Tu bondad es la que nos dará la dirección… No tus hechos, porque seguro que eres tan pieza como todos nosotros: tu bondad. Tu bondad es bondad para los tuyos, pero tuyos somos todos, político, si tuya es la humanidad.
- El despotismo. El despotismo se aprende en casa. Se ejerce performativamente. Se alimenta, cuando el de enfrente le hace el juego a tu performance. Crece en los Medios, se reproduce y no muere, pero puede hacer morir.
- Cuidar al niño y a la niña es absolutamente imprescindible; mimar es un error imperdonable.
ANEXO 1. La rueda y la pelota
Anexo 2. Papel de los sabios en la ciudad de Platón
(1) La IA de Google me dice que una persona que apuesta mucho es un ludópata. La IA de Bing me dice que una persona que apuesta mucho es un jugador entusiasta. Personalmente, considero la vida como un juego de azar y apuesto cada vez que actúo de una manera a la que podría llamar apuesta performativa, contraviniendo la ironía que, en el libro de texto de Pearson que me estoy estudiando para el examen de Cambridge, envuelve la palabra performance. Se nota que Cambridge no esta muy ducho en latinajos ni capta sus resonancias, porque «per», para nosotros latinos, también es un intensificador que también significa «alrededor» (como cuando rodeas algo para subrayarlo). Por tanto, performar una actuación podría ser tener el arte de actuar reflexivamente (dando vueltas, rodeando, enredando, embolicando) alrededor de ella, intensificándola, poniéndola en primer plano como actuación.
(2) La IA de Google me dice que la digitalidad es obra de muchos, y señala como bases a Leibniz y a Shanon. La de Bing me dice que fue el genial Shanon el que puso las bases. Lo que yo sé es que, como en el cuento de Grimm Cuatro hermanitos listos, que, por cierto, no tiene para nada las tontorronas moralejas que me muestran las IAs, nadie se puede casar con la princesa. Cuando lo leí, me dio mucha pena no casarme con la princesa, porque, por supuesto, yo fui, a la vez, los cuatro hermanos.
(3) Y las dudas son…