Este es el texto de 1970, original de Cildo Meireles, para su obra Inserciones en Circuitos Ideológicos.
Cuando en una definición filosófica de sus trabajos, M. Duchamp afirmaba que, entre otras cosas, su objetivo era liberar “el Arte del dominio de la mano”, seguramente no imaginaba hasta qué punto llegaríamos en 1970. Lo que a primera vista podía ser fácilmente localizado y efectivamente combatido, tiende hoy a localizarse en un área de difícil acceso y aprehensión: el cerebro.
Es evidente que la frase de Duchamp es el ejemplo, hoy, de una lección mal aprendida. Mucho más que contra el dominio de las manos, Duchamp luchó contra el artesanado manual, contra la habilidad de las manos, contra, en fin, el entorpecimiento emocional, racional, psíquico, que esa mecanicidad, esa habitualidad, fatalmente provocaría en el individuo. El hecho de no tener las manos sucias de Arte no significa nada más que las manos están limpias.
Mucho más que contra las manifestaciones de un fenómeno, se lucha contra la lógica de ese fenómeno. Lo que se ve hoy es un cierto alivio y una cierta alegría en no usar las manos. Como si las cosas estuvieran, por fin, bien. Como si en este preciso momento, no necesitáramos iniciar la lucha contra un adversario mucho mayor: la habitualidad y el artesanado cerebral.
El estilo, ya sea de las manos, ya sea de la cabeza (del razonamiento), es una anomalía. Y las anomalías, es más inteligente abortarlas que asistirlas viviendo.
ARTE – CULTURA
Si la interferencia de M. Duchamp fue a nivel del Arte (lógica del fenómeno), vale decir de la estética, y si por eso preconizaba la liberación de la habitualidad del dominio de las manos, es bueno que se diga que cualquier interferencia en ese campo, hoy (la afirmación de Duchamp tuvo el gran mérito de forzar la percepción del Arte ya no como percepción de objetos artísticos, sino como un fenómeno del pensamiento), dado que lo que se hace hoy tiende a estar más cerca de la cultura que del Arte, es necesariamente una intromisión política. Porque si la Estética fundamenta el Arte, es la Política la que fundamenta la Cultura.
Cildo Meireles, abril de 1970