¿Quién te guiña un ojo? Snap!

Pública

¡Anda! ¡Snap! tiene tres pelos en la barba! ¡Yo tengo un par de ellos, sí, sí…!
¡Anda! ¡A lo mejor por eso me guiña el ojo!
¡Cómplices, Snap! y yo!

Introducción…

En el reto que se nos ha propuesto, nos hemos acercado a una herramienta de programación asequible, hemos entendido lo que significa arte computacional desde su práctica y desde algunos referentes que hemos seleccionado, y hemos sido capaces de crear, dentro de nuestras coordenadas, un pequeño proyecto.

En este sentido, la experiencia ha sido más que satisfactoria. Hemos aprendido los rudimentos de Snap!. Hemos navegado por diferentes autores e ideas muy significativos, no para profundizar en ellos de momento, pero sí para que queden como balizas a las que, en alguna ocasión, podamos volver. Y, sobre todo, la creación de un proyecto con Snap! Ha significado tener la evidencia de que la supuesta “frialdad” y “lejanía” del trabajo a través de “la máquina” no existe en realidad.

Mi trabajo “Guerra”, resultado de estos doce días, me ha inundado de esperanzas de que voy a poder hacer cosas que merezcan la pena. Aún así, debo señalar el desajuste evidente entre el tiempo de que hemos dispuesto y la tarea, y también entre las explicaciones de los artículos que manejábamos y los datos sobre Snap! que hubiéramos debido manejar.

En cierta ocasión en la que acudía presencialmente, alguien me dijo que yo, sesenta y cuatro años, “era un marrón” en un aula de enseñanza de recursos digitales, y que no iba a poder aprender las herramientas por la brecha digital. Puro y duro edadismo. Mi propósito es ponerme de pie y decir “¡Hola, mundo!”. Ser ayudada por desarrolladores no edadistas, motivadores e implicados como Joan Guillén Pelegay. Demostrarle al mundo que claro que puedo. ¡Por supuesto que somos capaces! Puedo, quiero y lo voy a hacer, mundo, entérate.

…Y conclusiones

He trabajado muy duramente estos doce días, el fruto de mi trabajo se evidencia en este dossier. Ser artista es un trabajo, un trabajo muy grande en dos direcciones, dentro y fuera. Los primeros que tenemos la obligación de valorarnos somos los propios artistas.

Herramienta es la máquina, herramienta es el pincel y herramienta es el propio artista. Sea cual sea la herramienta que usemos (palabra, sonido, color; digital o material; convencional o innovadora) la herramienta es eso, una herramienta… El propio artista y el engranaje al que pertenece son, también, “medium”, herramientas del arte que transportan… Y nosotros, los artistas viejos, somos esa herramienta valiosa, llena a rebosar de contenidos que buscan el camino de expresión, y exigimos un GRAN respeto y que se nos facilite contundentemente el acceso a ese mundo digital que es tan nuestro como de los nativos digitales.

La vida de los que nacimos con la radio y morimos en el mundo digital no ha sido fácil ni lineal. Los que estamos a caballo entre los dos mundos somos una especie única, con un pie en cada Era, y nuestra visión cuenta. Cuenta mucho.

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