Lugares aislados como cárceles. Mujer rosa tras las rejas, debatiéndose para salir de ellas. La cárcel que puede ser, a veces, ese lugar pequeño en el que el destino nos ha puesto y del que soñamos salir. Quejidos, quejidos intermitentes. Todo en fuga, nada estable, todo yéndose. Angustia. No hay escapatoria. Estamos aquí encerrados. Las teclas apenas mudas de un piano.
Trabajo hecho con Snap!, Este trabajo con Snap! demuestra el poder de esta herramienta de comunicación. El recorte pertenece a una obra de cromosaturación de Carlos Cruz Diez. El código es de la asignatura de Taller de Programación e Interacción de la UOC, una de las universidad a distancia españolas, con adaptaciones en algunos valores.
¡Pobre del que no apueste por la enseñanza a distancia! Pobre, primero de todo, por ser corto de miras. Porque «a distancia» estamos casi toda la humanidad. A distancia de las grandes urbes del privilegio. A distancia de la solvencia económica que requiere la presencialidad. A distancia, también, de los tiempos que requiere. A distancia de la juventud, aún sin compromisos, que permite la vinculación con los «templos del saber». Estaba a distancia en mi apartamento, rodeada de mantas y mantas de agua, sin coche, y sólo internet y la enseñanza a distancia me salvaron de enloquecer del todo.
Pobre del que piense que sólo el que sigue un camino académico al cien por cien va por buen camino. Porque la distancia respecto al academicismo estricto no implica indiferencia hacia el saber, al revés: muchas veces, el saber se salta todas las reglas. Pobre el que piense que, para saber, hay que estar unos encima de otros siguiéndolas estrictamente todas.
Pobre del que opine que hay «modalidades de enseñanza» específicamente «peores» o «mejores» que otras: a ése habría que recordarle cuentos tan antiguos como el del evangelio, recuerdo sólo que la semilla caía y que lo que condicionaba más su crecimiento era la tierra. Si la virtualidad llega a la Antártida, que es cierto que llega, muy mezquino sería el ser humano si no hiciera llegar el saber hasta al último rincón de la Tierra.
Pobre del que me diga que mi aprendizaje a distancia es menos, o es peor. Ése, aun siendo universitario, demuestra una ignorancia suprema. Porque la voluntad de llegar, en todos los que extendemos las manos hacia arriba para recibir el saber, en todos los que nos estiramos desde lejos, lo es todo. Nadie más sabio que un estudiante que, contra viento y marea, pese a no tener delante y presente al profesor, lo siente presente en el saber que le transmite.
Si no hubiera apostado por la enseñanza a distancia, no hubiera tenido nada, Los que no apoyan la enseñanza a distancia, nos condenan a muchos a esa «nada» y son corresponsables de que la «nada» cunda en forma de ignorancia, de aburrimiento, de falta de aspiraciones. «Nada», también, como ausencia de vínculos: no hay vínculo como el que se establece entre un profesor y un alumno que comparten su amor por un área del saber sin siquiera conocerse.
El elitismo acecha, en particular, en los ambientes universitarios. Y en ellos toma la forma de quien, como el Führer desde el «nido del águila», mira hacia abajo y sentencia: «sólo los que miramos desde esta altura vemos». Olvida que, en el saber, todo son aproximaciones; que hay tantas oportunidades de saber como aprendices ávidos de aprender; que muchos descubrimientos se han hecho en sitios sombríos; que todos, a distancia o no, somos siempre merecedores de enseñanza. Y que cada vez somos más los que no podemos vivir sin ella.
En el juego de validación al que jugamos en estos tiempos temblorosos, no sólo las universidades se validan unas a otras y se validan con los próceres brillantes que sacan: también los de la serie B, estudiantes cualesquiera, validamos. ¡Te validamos y te queremos, Universidad a Distancia! Nosotros te validamos, nuestra validación cuenta más que ninguna. Cada uno de mis aprendizajes es un triunfo conjunto tuyo y mío, nuestro. ¡Oh, mis adorados aprendizajes, soportes de mi vida! Por vosotros doy mi esfuerzo, mis horas, mis ojos malogrados, mi cansancio, la inquietud de ir mal, la satisfacción de teneros. Ninguno de vosotros sois humildes, todos sois necesarios, todos la gran ventana que me disuelve y que ansío como ninguna otra cosa…
Estos son los scripts de partida, cuya modificación ha dado lugar al vídeo.
Y esta es la captura: