¡Oh, mi bigotín!

Pública

¡Oh, mi bigotín! (1)
Te vi de púber nacer;
luego, en la pelu, morir.
Debajo de cera verde…
¡Eras tú! ¡Cómo tirabas!

Érase un bigotín a mí pegado. (2)
Érase un bigotín superlativo.
Érase un bigotín sayón y escriba.
Érase un mocho en mí despeluchado.

Vigo que te quiero vigo, (3)
Negro gote. Malo gote.
El bigote del varón
Y de la mujer el pote.

Cuando voy a la peluquería
Le digo a la peluquera
– Quíteme el bigote, por favor.
La peluquera me dice entonces:
– ¿Le quito el labio superior?
Peluquera, peluquera.
Si me quitas el bigote
¡no arranques la carne entera!

Comentario del texto. Estas son las palabras de la propia autora referidas a este poema. Este miedo que describe a continuación atenaza la ursulil existencia, porque sin diente, vale. Pero sin diente y encima sin labio, eso ya no, afirma con agresiva convicción.

No sé si el estatuto ontológico de una peluquera de una peluquería que quita labios superiores es similar al de una cajera de un supermercado que lee códigos QR, de forma que ambos puedan ser utilizados como insultos para descalificar a Consejeras de Estado o Presidentas de Tribunales supremos, no supremos, de oposición etc. que, en algún momento de su vida, hayan quitado labios superiores o leído códigos QR. Pero el caso es que, en una de estas, me pondrán la cera en el labio superior y me lo arrancarán. 

Enseñanza moral. Hay que tener muchísimo cuidado con los insultos. Si llegas al súper y dices «¿dónde está la cajera?» te contestan: «allí, y no insulte». Si hablas de pulgas, estás insultando, porque no se le puede decir a nadie que su argumento es de pulga.  Ay, era «r», añado temblorosa… De purga para purgar mis pecados. (Nooo lo arregles, que es peor.)  Si tocas a Lorca, insultas a sus padres putativos, que son casi todos fanatiquísimos y no le ven errores al hijo putativo Federiquín. En conclusión: el arte es una conducta de riesgo.

Hermenéutica del texto y opinión personal. Texto referido a uno de los temas clave del arte contemporáneo, el cuerpo. Y a una de sus partes más silenciadas, el bigote femenino. Un bigote que da mucha guerra, en forma de pelo que sale por debajo de la piel. Es más: un bigote que, cuando sale, te está diciendo: «Soy sólo un anticipo de tu futura barba». Cuerpo, piel y guerra se hibridan en este poema ilustrado en vivo por la bigotil esencia femenina de la digna presencia de su autora. Opinión personal: (Vivencia.) Nunca me he quitado el bigote, pero ahora, mientras estudio, muchas veces me arranco pelos de la barba. (Juicio.) El poema me parece bien.
(A veces, para comentar, vale con decir «bien». «Bien» es todo un concepto.)

Notas al pie.

(1) En estos primeros versos, la autora nos recuerda el poema machadiano que ella adapta en la ursulina manera a la cuerpil obsesión del arte contemporáneo. El poema en cuestión es:

¡Oh Guadalquivir!
Te vi en Cazorla nacer;
hoy, en Sanlúcar morir.

Un borbollón de agua clara,
debajo de un pino verde,
eras tú, ¡qué bien sonabas!

Como yo, cerca del mar,
río de barro salobre,
¿sueñas con tu manantial?

(2) La autora hace otra referencia culta, en este caso a Quevedo, pero no siendo el referente algo normal, como la nariz (referente que, por otra parte, capitaliza Gógol) sino, en el caso ursulino, algo mucho más feminista: su bigote, que ella, como artista, quiere visibilizar, por lo que se lo deja largo y tieso, incluso oscuro y con algún que otro miembro del colectivo de pelos que se sale de su sitio.

(3) Nueva referencia de la autora, en este caso al poema «verde que te quiero verde», de Federico García Lorca, que deja claro que cada cosa en su sitio, lo cual es criticable. Hay que señalar aquí que, al referirse a Lorca en este contexto bigotil, la autora se está enfrentando tácitamente a todo el contexto artístico del arte contemporáneo. Todo es todo. Toda esa masa, que, unida, jamás será vencida.

Foto de este post:
Bischofberger U (2025) Perfil de mi bigotil esencia (Foto de iphone)
Reflexión: ¿Qué tiene de indigno mi bigote? A ver si la lío otra vez, ¿ehhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh?

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