Pública 1. Sensaciones
Discursos como hueveras. Sintiendo el eco poco agradable de la religión en el discurso sobre los derechos. Yo que soy anticlerical hasta la médula me cuajo totalmente. Manejándome en dicho discurso como en una huevera, sin llegar nunca a la yema, ni a la clara, ni siquiera al huevo, dando vueltas alrededor de todo y bueno, pensando como siempre y, supongo, cayendo mal, también como casi siempre.
Filosofías de segunda mano. No me está convenciendo para nada toda la jerga de filosofía de segunda mano que va destilando lo que voy estudiando. Yo pensaba que aparecerían constantemente estas palabras: Satisfacción de necesidades. Pero brillan por su ausencia.

Raves insufribles. Aparecen con frecuencia los «valores» como salvavidas conceptual, y la ética como pegote validador y en el fondo y a estas alturas, Aristóteles con Comte en un mix de monotonía que hace que todo parezca un rave. Chunda, chunda, Comte. Chunda, chunda, Comte. Chunda, chunda, Aristóteles. ¡Pum! Tomás de Aquino. Chunda, chunda, Aristóteles. Chunda, chunda. ¡Pim! Tomás de Aquino otra vez.
Dualismo enfermizo. Hay algo de enfermizo en el dualismo gris. Tal vez es la falta de energía, como tener dos novios, uno en cada puerto. El dualismo es como un vaso de leche con galletas, de una tibieza blandurria, que lo deja todo sin resolver. ¡Señoras y señores! Arrancamos la libertad, la justicia del discurso universitario, la tiramos por el suelo -no por injusta, por inadecuadamente emocional- y cuando está bien pisoteada la levantamos, la apuntalamos y la incorporamos.
¿De verdad que la filosofía del derecho es una cometa que vuela tan bajo? No me lo puedo creer. Por supuesto que debo de estar equivocada. Evolucionaré y me arrepentiré de haber escrito todo esto, yo la ignorante, yo la impertinente, yo la que critica sin motivo, yo la metepatas profesional. Pero no sé si podré levantar el vuelo o si me quedaré a ras del suelo ya para siempre, para siempre bailando el baile de San Vito entre clasificaciones redundantes, distinciones irrelevantes y páginas y páginas de florituras conceptuales huecas.
Agonía. De pronto, el mundo se ha vuelto plano. «El Derecho es un hecho». Y mi electroencefalograma, plano también. Todo lo bueno que se me ocurre no encaja con la facticidad en la que me muevo ahora. Como no soy cuántica, no me puedo rebobinar, ¡Qué pena! Y tampoco puedo analizar que me ocurrió en el futuro, como hacen los cuánticos. De modo que ahí voy, comiendo pipas y agonizando.
Individuo. ¿Qué se puede esperar de una disciplina en la que no se tiene en cuenta el cuerpo? El individuo no respira, no necesita aire. No come, no necesita pan. No es corpóreo, no necesita casa. Es totalmente cartesiano, el cerebro en una cuba del que habla Bruno Latour.
2. Dibujos
He creado esta obra gráfica incomparable. Como cuando el Bosco crea inspirándose contra natura, mi obra contra natura ha sido así de bizarra: una pescadilla, una naranja, cerezas.

Todo lo cual expreso con el debido respeto a mis profesores, que son magníficos, como siempre. Pero concepto, fundamento, monismo, dualismo, enfoque integral. No saco nada en claro de momento y me descompongo, como si yo fuera carne descompuesta, y desvarío como desvaría la carne descompuesta. Siento que es coger una croqueta y darle vueltas y vueltas en la mano, sin llegar a nada. La clase de cocina. Un profesor maravilloso, Mario. Yo pensando que allí comería, pero no. Y luego el otro un infierno, un infierno de verdad, daba pánico, y la de repostería que nos humillaba, gritos, era mas mala que la quina, «no te chupes los dedos, qué asco». Más gritos. Terribles experiencias.
Derecho, fundamento, concepto. He puesto una pescadilla que se muerde la cola. Y así. Ay del que es libre, libre significa no vinculado al mainstream, mira, pues voy a hacer una entrada sobre eso que no se nombra. Alguien que ha perdido algo y habla… ¡Cómo echo de menos mi libertad! ¿Cómo es posible que las Moiras me hayan hecho lo que me han hecho? ¿Qué ha pasado que no tiene que ver conmigo? Porque nadie se cree que no haya nada más. ¿Por qué tengo que ser chivo expiatorio de tantas cosas y tantas veces? Oh, sí, yo era sólo «una más» y el mérito de todo ¿quién lo iba a tener? Yo no. ¿Cómo lo iba a tener yo? Así que chitón y fuera, fuera y fuera por decir lo que se dice en todos los sitios hoy en día, pero yo fuera.
Y ahora se dirá: claro, la figurita es a la Gran Institución lo que Odiseo al Cíclope, Nadie. Vale, pues seré Nadie. Claro, porque todo lo que escribí, por ejemplo, sobre el kitsch ¡era fruto del debate enriquecedor! ¡Frutísimo del debate enriquecedorcísimo! Pues nada, yo aquí tirada y mi vida que no vale nada, total, se coge y se deja a Odiseo como si fuera un pingajo por hablar. Se pasa del dicho al hecho. ¡A tono con Trump! ¡En la tónica de los tiempos! ¡Que vivan los Cíclopes! Y yo feliz siendo Nadie. ¡Hala! Como que me importa algo.
3. Buenas ideas
Poco a poco, van destilándose algunas buenas ideas.
Paradoja del Derecho. Los grandes naturalizadores son los que más de acuerdo están con el Derecho y con que todo sea como tiene que ser. Pero si hay que regular las cosas es porque dicho orden no emana de la propia naturaleza.
Diferencias entre derecha e izquierda en la fundamentación de los derechos. En las colisiones que se producen entre ellos, la derecha sólo reconoce la fundamentación de unos pocos.
Debajo del profesor de Derecho. Del mismo modo que debajo del profesor de arte está el artista que no llegó a ser, debajo del profesor de Derecho ¿quién está? Están los cargos políticos que, de hecho, manejan el Derecho.
El artista como embajador de los derechos. ¿No era el que hablaba de lo que se consideraba «mejor de la cultura» en cada momento? ¿No hacía relieves en las paredes de las tumbas egipcias, lugares de privilegio? ¿No hacía el Pórtico de la Gloria? ¿No buscaba, más adelante, capturar la luz de los girasoles? Pues ahora ¿Me extraña que el arte defienda el oro de esta era, que son los derechos?
«Falta de Derecho» en derecho internacional. El error es la falta de Derecho. La calificación de «genocidio» como modo de encontrar una cabeza de turco cuando la realidad es que es la carencia de Derecho la responsable… Algo así.
No es extraño que la IA cuántica se dedique a las ciencias. La computación cuántica, para las disciplinas científico técnicas. Porque las humanidades, todas, se quedan sin computación cuántica. Están siempre a punto de ahogarse: o por exceso o por defecto. Por exceso, con esas avalanchas verbales que arramblan con todo. Por defecto, arrancando el contenido de las cosas y dejando, como he dicho al principio, sólo hueveras y hueveras.
Creo que la humanidad en el área de humanidad tiene mucha tarea pendiente. Y, encima, sin ayuda de computación cuántica. Pura fuerza de voluntad. Y, a la vez, muchos viviendo del cuento de que «se hace lo que se puede». Y sin competencia de la IA, que se centra en cosas más discretas, mas (cómo diríamos) ¿sólidas?
Tengo todo pendiente de ser pensado. Todo arrancado de sí, la solidaridad arrancada del resto, la libertad arrancada del resto, el concepto desglosado en la mesa de operaciones y así sucesivamente. Las ideas cruciales desgajadas del cuerpo de la cultura. Pero lo que está claro es que los derechos tienen una estrechísima relación con la necesidad. Momento de su nacimiento: la modernidad (dato importante).
Venga, ya. Poco a poco, poco a poco. Venga, que yo puedo. No te desanimes, guapa yo. Te va a dar tiempo, total sólo tienes sesenta por aquí y cinco por allá. Te pueden aplazar las cosas los titanes y no pasa nada. A ellos no les pasa nada, total, sólo se contagian de los infortunios que causan. Y tú sólo sufres, que total…

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