El pico ninguneado y su misión de oro

Pública

Los años como realidad objetiva, intersubjetiva, incuestionable. Éste será el pico en el que te situarás, el pico en el que te sitúan los años. Tú también, y tú, y tú.

Un año, otro año. Los años, realidad más incuestionable que el género o la etnia, definen a determinados grupos cuyo mantenimiento es carísimo y que, cada vez más, llevan sobre sí la etiqueta más horrenda, la más cruel, la más implacable, la prefiguración de la anulación, la antesala de la legitimación de su destrucción.

Antes, me parecían estúpidos los que se estiraban la cara o se operaban los genitales para invalidar los efectos de la gravedad en la piel y en la carne. Ahora, me apiado de ellos, porque lo único que hacen es responder a una tendencia que pega fuerte: la tendencia que invalida a aquellos que, después de su etapa productiva en la sociedad de la que formamos parte, se consideran despojos. Pero he aquí que los despojos hablan, que los despojos están regidos por despojos, que los despojos declaran no serlo y se constituyen en seres sintientes y deseantes.

¡Quiero vivir! Es el grito de la vida. ¡Quiero vivir! Es el grito de quienes, habiendo tenido espacio en la vida, se ven viviendo con el espacio restringido. ¡Quiero tener no sólo voto, también voz! Es la petición de quienes, ninguneados, teñidos con los tonos pastel que confieren las archivísticas a sus voces, se levantan para seguir hablando. ¡Quiero vivir!

Quise morir (¡Cuantísimo quería vivir!) aquella vez en que dejé en el cajoncillo de la mesilla de noche de la pensión de mala muerte a la que fui que, casualmente, estaba en pleno velorio de un muerto allí de cuerpo presente y con velas y puse el papelito con la frase de Hölderlin…
                             Todo nace en el deseo, todo muere en paz
…en la mesilla de noche a modo de últimas voluntades y el bote de cien pastillas y el lavado de estómago que me salvó la vida y después dijeron que había sido un «pseudointento de suicidio con interrogación» y en la entrevista me mostré críptica y dije que la causa era el maltrato del que estaba siendo objeto y las asignaturas que había suspendido y pensé en Cioran al que leía entonces y pensé en los autores que desprecian la vida y la causa real que era todo lo que quería y que no podía y la falta de lugar para que mis manos hicieran y la falta de aire para que mis palabras tuvieran sonido y la lección que aprendí para siempre y la píldora infalible antisuicidio: mi misión. No la de los demás, la mía. Y me casé con mi misión, me casé con ella. Misión, tú y yo forever.
Y NO, NO QUIERO MORIR. ¡Gracias por salvarme la vida, semejantes míos, mis semejantes! ¡GRACIAS, MISIÓN! Misión, mástil de la vela de mi barquichuelo…

Nosotros, dice el pico ninguneado, somos los referentes del ayer cercano. Tenemos las claves de las causas por las que el joven no puede querer vivir sin lugar, podemos compartirlas y hay que facilitar la escucha. Nosotros somos imprescindibles, el néctar de lo vivido cuyos residuos tiramos, la esencia que se puede mostrar cuando se abstrae de lo vivido. También la sabiduría inmovilista que es necesaria para que no haya precipitación o, si se quiere, la sabiduría que propicia el movimiento pausado. La palabra calmada que, sobre todo y por encima de todo, es un ejemplo de amor a la vida.

Mi boda ocurrió en 1979.  Me casé con mi misión. Ahora en el 2029 mi misión y yo celebramos nuestras bodas de oro. Ufff ha sido una misión dificilísima, muy arriesgada, pero he sido muy feliz llevándola a cabo, y sigo, soy una experta. Ésta es mi misión, una misión de oro para unas bodas de oro en las que, ¡Misión!, trataré de estar a la altura. 

Bischofberger U (2025) Mi misión de oro (Arte digital con Paint)

  • Una misión siempre es arriesgada
  • Una misión siempre requiere lucha
  • Una misión nunca es fácil, exige sacrificio
  • Una misión es el motor de la vida
  • Una misión siempre es fácil de expresar
  • Una misión siempre es clara
  • Una misión suele tener mil caminos, mil veces incomprensibles hasta para mí
  • Una misión sólo puede ser personal.
  • La misión es el sentido, y cuando lo agarras, no lo sueltes. Abrázate a él, aráñalo, muérdelo y que no se te escape ya nunca jamás.

Una misión no es lineal. Tiene mil bifurcaciones. Tiene muchos callejones sin salida. Una misión no es un curriculum. Una misión no está en el común. Una misión sólo puede ser tuya. Una misión es algo a caballo entre lo público y lo privado, difícilmente comprensible, difícilmente enjuiciable. Una misión es lo que llevas de la vida y lo que vas arrastrando de ella. La misión te acompaña siempre si quieres. Tienes que querer, concepto que, IA, te es ajeno.

Bischofberger U (2025) Contra el ninguneo y a favor de la disputa (Arte digital con Paint. Collage de color oro.)

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