Mientras el arte lo gestione la máquina y otros breves sobre arte

Pública

Bischofberger Valdés (2025) Vacas 1. (Carboncillo.)

Mientras el arte lo gestione la máquina. Mientras el arte lo gestione la máquina, seguirá sin haber arte. Mientras el arte siga teniendo que pasar los raseros de lo nuevo-nuevo, mientras tenga que superar criterios que impongan los buscadores o regirse por similitudes que encuentren ellos; mientras al arte se le despoje de la subjetividad, que es su ingrediente esencial, para convertirlo en propaganda, seguirá sin haber arte.

Bischofberger Valdés (2025) Vacas 2. (Carboncillo.)

La incomprensión entre los colectivos «pobres» y los colectivos «no pobres». La incomprensión entre los colectivos «pobres» y los colectivos «no pobres» no viene determinada por la falta de empatía, eso lo descubrí hace mucho tiempo haciendo informes psicopedagógicos. Esa incomprensión entre la middle class (léase funcionariado) y la clase baja (léase personas en riesgo de exclusión) es una incomprensión cognitiva. Es imposible que una persona de clase media entienda que la de clase baja, de verdad, no tiene dinero para el autobús. O el motivo por el que llena su carro de la compra de forma tan irracional.  Hay una sima de incomprensión de las situaciones reales que es la que origina muchas cosas, y esa sima se hace abismal cuando miramos al artista respecto al mundo que lo rodea.

Las series se venden como aleccionadoras. Las series se venden como aleccionadoras: aleccionan sobre tal o cual realidad que, se supone, las masas debemos conocer. Pero la realidad es que las series son el consumo audiovisual cómodo por excelencia; el que, agotados y faltos de motivación para más, supone el mínimo esfuerzo. Porque si lo audiovisual entra con mayor facilidad que el texto, los avatares y los personajes despojados de contexto son la parte que mejor entra de lo audiovisual. Es precisamente el contexto el mensaje que no hace falta repetir de un episodio a otro, es el contexto lo que se neglige haciendo que el esfuerzo del que mira sea mínimo. Y, por lo tanto, la gran lección, la lección de la importancia del contexto (de cualquier contexto en cualquier cosa) es la que, precisamente, se neglige en las series, que se venden como aleccionadoras cuando, en realidad, son otro producto barato más.

Arte sin sujeto. No es un arte de los colectivos de artistas el arte que tenemos: es el arte descafeinado, desprovisto de su ingrediente fundamental que es el sujeto. ¿Qué hubiera sido de Kafka, integrado en una Residencia Artística en la que se hubiera disuelto Kafka? ¿Qué hubiera sido de Rimbaud, cuidado por industriosos profesores «preocupados por su subjetividad» y «por que estuviera bien», que lo hubieran sacado del armario en el que se encerraba? ¿Y el tratamiento psiquiátrico que hubiera anulado una buena parte del pensamiento de Virginia Wolf, devolviéndola sanita a su grupo? No es por reivindicar el sufrimiento, en absoluto: es por reivindicar la subjetividad irreductible a la red, la subjetividad humanamente envidiada, humanamente envidiosa y que, humanamente, tiene que hablar desde lo humano, desde el yo, y no desde otros estándares.

Bischofberger Valdés (2025) Vacas 3. (Carboncillo.)

¿Te ofendo si critico tu arte? ¿Te ofendo si critico tu arte? ¿Te molesta que critique tu crítica? ¿Tengo que ser crítico con la realidad, no sé, de Corea del Sur y no puedo ser crítica con mi vecina? ¿Por qué es tan sensible la piel del artista, protegida por ese narcisismo colectivo tan al uso? Porque es mal artista, porque es mal crítico, porque lo único que le está haciendo artista es su pertenencia al colectivo, porque su arte o su texto curatorial se caracteriza con una sola palabra: malo. Y es malo porque es mentiroso, inauténtico, un fraude, como casi todo el arte contemporáneo.

La ocurrencia ¿puede ser arte? La ocurrencia ¿puede ser arte? ¿Se puede convertir en obra de arte el lavavajillas con los platos en los que se ha impreso la cara de los líderes de ultraderecha, al tiempo que se afirma que la muestra de arte en la que dicha obra aparece tiene una importancia a nivel mundial? El arte conceptual ¿es el arte de la ocurrencia, entendiendo «ocurrencia» como algo imprevisto e inesperado? ¿No es, por el contrario, el arte aquello que está sobredeterminado, de forma que, en cierto modo, nunca podría ser distinto de lo que es?

Bischofberger U (2025) Serpiente con mucho espacio para albergar veneno y con un pelo (Escultura con globo.)

Plegarse a los mundos del arte. No me da la gana de plegarme a los mundos del arte para ser artista. No me da la gana de corretear por los pasillos de la ESAD en pos del miembro joven del grupo artístico emergente, no quiero. Aún recuerdo a aquellas señoras mayores corriendo literalmente detrás de las jovencitas. Tampoco es mi objetivo caerle bien a los profesores;  no es que no me gusten, es que no veo que «pasar por su aro» tenga que ser un requisito por el que deba pasar la construcción de la gramática de mi lengua. No me gusta tener que estudiarme los logros visuales de americanos con un background científico y económico descomunal como estándar deseable de mi trabajo artístico. Quiero que mi vaca sea arte, y punto.

El arte dramático languidece. El arte dramático languidece, por mucha subvención que le caiga encima y aunque, por supuesto, haya público para todo. Es evidente que languidece, y que se tiene que aferrar, cada vez más, a los clásicos para sobrevivir. El arte dramático se convierte en la antítesis de aquello que le daba su grandeza, que era su carácter popular, la corrala, las escenificaciones de la Edad Media a la salida de la Iglesia, las obras de Shakespeare o de Lope en boca de todos. Se convierte en práctica de unas élites que ni siquiera son auténticas élites de conocimiento o económicas, sino que son las élites de pertenencia a esa minoría que es la minoría del Arte Dramático, cuyo papel es darse trabajo a sí misma. Eso no es el arte. Mientras, las artes visuales han crecido y se han vuelto monstruosamente omniabarcadoras, en una proliferación absoluta, desordenada, promiscua y total, y luchan por encontrar unos límites. Esos límites son artificiales. Lo único auténticamente genuino es el progreso de los lenguajes artísticos virtuales, pero, también, su falta de espíritu los vacía y los despoja, como a lo demás, del sello del arte que buscamos.

Bischofberger U (2025) El arte dramático languidece (Diagrama a lápiz.)

Las mentiras que cuenta el artista. Mientras siga sin pertenecer a nada, hablando de cosas de nadie pero ocultándolo, seré mentira, y no arte. Mientras se me impongan el feminismo, el colonialismo y la ecología como temas punteros y como monotemas, seré mentira y no arte. Mientras quiera tomar la alternativa como profeta o salvadora y no como yo misma, seré mentira y no arte. Mientras sea evaluada según estándares externos, seré mentira y no arte. ¿Le tengo que hacer la rosca a los del mundo del arte para ser arte? Sí;  si no, no soy arte, al parecer. ¿Tengo que seguir caminos impuestos? Sí;  si no, adiós acreditación, y en este mundo turbio y tan revuelto ¿Qué distingue al artista?

Es encontrarme mal lo que me hace hablar. Es encontrarme mal lo que me hace hablar, lo que siempre me ha hecho hablar. Pero no quiero que nadie me diga que tiene la píldora que permite identificar, ipsofacto, la causa de mi malestar. Quiero que mi malestar se formule como pintura negra de Goya, como túnel de Ernesto Sábato, como vomitiva reflexión de Cioran o como equis, no quiero tener que pensar que mi malestar me viene del neoliberalismo y del patriarcado. Perdón, pero ése es un reduccionismo que opera a modo de aborto de cualquier intención artística.

¿Y del concepto de artista emergente, qué decir? Todos sabemos cuál ha sido la historia de los artistas emergentes, como la de muchos otros emergentes: filósofos, científicos, pensadores. Vemos que emergen y después caen silenciosamente, tratan de hacerse un hueco inútilmente pero caen, a pesar de su esfuerzo. Caen con la alegría de los demás aspirantes, porque no es sólo que no haya genios en el arte ni en ningún otro sitio, es que los propios colectivos a los que aquellos que más brillan pertenecen, sencillamente no les dejan vivir, al que asome la cabeza duro con él. 

El mundo del arte quiere verificarse a sí mismo. El mundo del arte quiere verificarse a sí mismo verificando a los emergentes: «éste sí», «éste no». Una verificación por la que el propio mundo del arte se verifica, demuestra sus capacidades predictivas y enjuiciadoras. Pero, una vez más, el mundo del arte falla: se deja en un rincón a éste, de maduración más lenta. Al otro, cuyos temas son menos accesibles. A aquel, más timido. Es este mundo del arte lo que hay que arrancar del mundo para que haya arte.

Personas que dominan una técnica. Aquellos mundos del arte de los que hablaba Howard Becker eran mundos de personas que dominaban una técnica del arte. Apenas existen ya. ¿Qué técnica del arte van a dominar estos artistas profesores, estos artistas alumnos que tienen que estar a tantos frentes? Al día de lo que va sucediendo; al día de exposiciones; al día en cuanto a pensamiento; al día haciendo exámenes o corrigiendo exámenes; al día en todas las facetas de la identidad fragmentada al uso, como madres por ejemplo; ¡Y al día en la técnica artística que hayan elegido!. El «mundo del arte» de esos artistas ¿cuál es? El estrés y la histeria, el incumplimiento de todos los contratos, incluidos los laborales. La frustración y la subsiguiente ira contenida.

El papel del arte en el telediario. No puede ser que el arte figure, siempre, al final del telediario con la sonrisa del presentador. Ese es el papel del arte. No quiero tener ni arte ni parte en ese papel. No me gusta el arte. No quiero ser del mundo del arte.

Bischofberger U (2025) Silencio en el telediario (Arte digital.)
Lo que debería ser silencio en el telediario, un minuto de silencio, unos segundos, arte intercalado con la tragedia, arte que despierte y no arte como anestesia. Arte contado con miedo a que haga daño o moleste, y no contado con la benevolencia que se da a lo no importante.

El arte requiere…  El arte requiere tiempo. Requiere una buena enseñanza básica del arte. El arte requiere espacios. El arte requiere apartamiento, restricción de estímulos, centrarse en muy poco. El arte requiere esfuerzo. Requiere apertura de conciencia. Requiere poco ego en la creación y mucho ego en el proceso de dar a conocer. El arte no tiene nada de lo que necesita. El arte requiere, también, tiempo de escucha. No existen las condiciones de posibilidad del arte, y cada vez menos.

Todas las enfermedades del arte. Todas las enfermedades del arte le vienen de ese otro objeto artístico creado, el que consume el arte, que no es que no vea, es que ya ni mira. Por eso, sólo puede haber un arte en este tercer cuarto del siglo XXI: el arte que es la voz que predica en el desierto. Y ya está. El que pueda vivir en el desierto, que viva en el desierto; el que no, que se dedique a otra cosa.

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