Ser humano infantil

Pública

Este post es una reivindicación de ti. De ese ser infantil que, incontestablemente, fuiste: no lo niegues. De ese ser infantil, que denota, retroutópicamente,  todo lo que has perdido.

Descripción.

Ser humano infantil capturado andando por la calle.
Ser humano infantil como percha.
Lleva un globo atrapado entre sus dientes.
Lleva una prenda de abrigo colgada de su cabeza por la capucha.
Lleva unos vaqueros, un bolsito rosa, unas deportivas.
La joroba de la espalda son los DEBERES, en su caso son materiales, en el tuyo tu joroba te pesa cada vez más aunque no se vea.
Asoma un poquito de pelo, libre, moreno, liso.
La cosa verde y naranja no sé lo que es.

Narración.

Ser humano infantil que vas por la calle convertido en percha, ejemplo supremo a tener en cuenta en ese mundo adulto de la tontería que es la moda.

– ¡Esperaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

Ser humano infantil con voz de pito. Ruidoso, estruendoso. Peleón. Que, no se sabe por qué, no quiere hacer el favor que somos tan propensos a hacer en el siglo XXI: no quiere hacer el favor de callarse.
Ser humano infantil que no para.  Ser humano infantil que se cae, que se mancha. ¡Que llora! Ser humano infantil al que no le da vergüenza manifestar a todas luces la desesperación de su sufrimiento y la contradicción que supone que este sufrimiento tan desesperado sea tan caduco.
Ser humano infantil injustamente olvidado que tenemos al lado. Dependiente materialmente, independiente como el que más en su espíritu.
Ser humano infantil que se come los mocos. Que se olvida las cosas en casa. Que huele a cole, ese olor de indefinida base.
Ser humano infantil reivindicado al que los años, en un proceso circular, ta van aproximando poco a poco…
¡Adulto, tú no eres más que el resultado de la doma del ser humano infantil!

Diálogo

– Hola, ser humano infantil.
(No responde.)
– ¿Qué te pasa?
– Es que vamos de excursión.

Ser humano infantil metamorfoseado en objeto sonoro de primera categoría, uno de los más ruidosos, uno de los más molestos, una voz que te corta en trozos, que se te clava como un cuchillo, que te sobresalta todas las vísceras. Auténtica alerta roja de la naturaleza. Venido del cielo, tanto como Supermán o más, hecho de criptonita.

Ser humano infantil que, ya que sustantivizamos todo, podríamos empezar de una vez a sustantivizar. El que nos crea la más estrecha de las dependencias. El que levanta el más alto de los interrogantes. El niño humano que no es para nada transición, como tampoco el viejo es transición a la muerte -ni mucho menos «degeneración», como me dijo aquella ex-amiga con la que corté por este motivo.

Ser humano infantil, poco mirado en realidad, malentendido, usado para su futuro, traído a este presente como referente.

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