La cuarta dimensión de lo virtual: el agotamiento

Instalación: inmersiones cotidianas en el espacio virtual.

Cacahuetes, patatas fritas, picos, pan tostado, pipas. Crujen. Comer frente a la pantalla. Siempre disponibles para el móvil. Tener una reunión virtual, y otra, y otra. Irse metiendo y separándose de sí.

Trabajo en el que intento transmitir un espacio virtual que opera en profundidad grabando sucesivamente (no sólo duplicando) lo mismo una y otra vez, en este caso, alimentos que crujen al ser comidos: cacahuete, patatas fritas, picos, pan tostado, pipas. Se oyen cinco palabras que parecen sucesivas, pero cada una ha sido dicha en un vídeo distinto, en momentos muy alejados en el tiempo. Sí da sensación de profundidad, y también el sonido va llenando el vídeo. He hecho cuatro antes que éste. La grabación es muy mala, como ocurre con todo el arte sonoro que hago. Pero dejé el trabajo varios días, y cuando lo volví a ver me gustó. Es el último trabajo que hago, ya no haré más intentos.

Sobre todo el sonido, me da una sensación de inmersión en el espacio virtual, de modo que podría decirse que mi voz está ocupando ese espacio, dándole una profundidad que no tiene… Por eso considero que estoy haciendo una instalación en el espacio sonoro virtual.

Sonido que no es eco, sino una repetición que, como un tren sin retorno para el que se queda en el andén, se aleja o se acerca, lo esencial es que pierde entidad. Cacahuete, cacahuete, cacahuete, cacahuete, cacahuete. Y el primero queda allá lejos, es lo mismo pero ya no afecta, se ha deslucido, deja de existir. Les había llamado «réplicas» y había creado un canal al que le había dado este texto:

Lista de reproducción que hace el juego al juego de espejos que es el mundo virtual. Se multiplican los espejos. Aparece el original y después las réplicas. Pero ahí no queda todo: después aparecen las réplicas de las réplicas. Se multiplica el mensaje sonoro, pero visualmente se alejan las imágenes. La réplica no es un robot en la medida en que es una réplica casi perfecta del original, pero lo es en la medida en que es un espacio de ceros y unos. Trabajo de arte sonoro, por un ser real, Úrsula Bischofberger Valdés. Trabajo que pretende reflejar, de algún modo, la realidad del espacio virtual por medio de estas réplicas llevadas al infinito manualmente.

La replica no es un robot, insisto. La réplica eres tú, deslucida, convertida en un puro destello efímero, distorsionada, sacada de tu pasado, desprovista no ya de identidad: desprovista de ti misma o de ti mismo, convertido no en eco sino en borrón.

¡Nos ha tocado una época en la que tenemos tanto trabajo! Uno de ellos es poner en su sitio a lo virtual, aprender a decirle que no -pero facilitándoles la vida a los seres virtuales. Porque, ojo, yo soy virtual para ti, del mismo modo que tú eres virtual para mí. Esta reciprocidad hay que asumirla y respetarla al máximo, cortar unilateralmente con lo virtual es insostenible.

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