¡Oh, naturaleza! ¡Escapa de la subordinación!

Texto curatorial nada convencional para la obra de la artista Núria Iglesias Rodríguez: Núria, ¡qué preciosidad tus bailes! Evocadores, de verdad, de lo mejor de Jacques Tati, fotografías que no quiero capturar ni difundir en el Folio porque merecen un tratamiento especial y trabajo que bien pueden envidiarnos todas las compañías que se exprimen los sesos para obtener ideas que el Snap! y tu cuerpo encuentran, como manando sin esfuerzo, en sus manantiales…

De verdad: te encarezco, igual que comenté a los compis en general en el encuentro del Reina, a tener muchísimo más empuje y tesón en la asertividad de tu posicionamiento en el mundo laboral. Hay una inseguridad totalmente injustificada en los artistas, inseguridad alimentada por los muchísimos obstáculos que tienen que superar en su propio mundo, el del arte. Por el poco reconocimiento del gran valor de cambio que podrían tener sus trabajos, que se miran y remiran demasiadas veces y demasiadas pocas veces se llegan a comprar. Por la vida más bien interiorizadora que les caracteriza. Y por no sé…

Pero creo que, en algún momento, le haré un audio a la salsa de tomate, te lo mandaré, le darás cuerpo, capturaré ese cuerpo, lo enviaré a Solis y a Orlando y a Auchan, me estudiaré si alguno comete alguna irregularidad, venderás esos movimientos tomatosos, viviremos del arte como Pay en el Antiguo Egipto y entraremos en el Mundo con mayúsculas, el mundo que tiene que llegar (y que llegará) a muchísima gente, un mundo al que deben llegar los tomates de verdad (y no sólo su salsa), los invernaderos de verdad (y no sólo los botes). Un mundo al que es obligatorio que llegue la gente como tú, que tiene gallinas con nombre.