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Pública

Bischofberger U (2024) Pseudoartes digitales, las serendipias del software (Captura de pantalla de captura de pantalla)

Lo comentó una vez el dramaturgo español García May en una clase: ¿qué lleva Ofelia en la mano cuando Hamlet se le acerca? ¡Un libro! Ese es el secreto que guarda celosamente el inglés, el idioma inglés -que no el señor inglés. Esos son los secretos que hay que recuperar siempre, en el sistema educativo, en la educación en general, en la cultura, en la civilización en general. Ofelia es joven y hermosa, Ofelia tiene el frescor de las rosas, eso no hace falta decirlo, eso se sabe… pero también se sabe, porque lo han repetido hasta la saciedad en nuestro imaginario, que Ofelia está ahí entre esas flores, en un cuadro del que no es que no quiera acordarme, es que no me acuerdo.

El arte digital no es una pesadilla, no. El libro de Christiane Paul que, equivocadamente, me pedí, no era el adecuado: el adecuado es otro, uno que ahora se me va difuminando como el dibujo en acuarela de Matías Mateu en el mar. Este sueño mío, verdadero, y lo cito y me cito:  estaba en Tapia de Casariego sentada, no sé hacia donde miraba pero el mar estaba como al fondo a la derecha, como suele estar todo en El Corte Inglés… no sé por qué, decía mi madre, todo está al fondo a la derecha en El Corte Inglés… y miraba y yo tenía una cajita de cerillas, de las que raspaban porque tenían una lija en un lateral, ay, cómo habría que recuperar esos objetos de los que no quedará rastro más que en los museos. Bueno, como decía, me encontraba en un lugar y había metido una mariposa, que dejaba algo como un polvito en los dedos. La había cazado yo como poniendo los dedos en pinza y la había metido dentro de la cajita, es decir, de la cajita de cerillas.

Entonces viene el final de esta historia. De esta historia con minúsculas, de esta pequeña historia. Me acuerdo, tenía tres años, de que abrí la cajita de cerillas y la dejé en libertad, y me dije a mí misma: acuérdate siempre de este momento.

Acuérdate siempre de este momento era algo que me decía muchas veces de pequeña, pero después ha empezado todo a girar tan rápido que ya no me acuerdo de decírmelo. Pero está clara una cosa: que todas las historias se entrelazan, y que lo que decían de que una mariposa mueve sus alas aquí y su efecto se hace notar en las antípodas, es una verdad como un castillo, o una mentira como una catedral, no sé qué pensar y no sé qué más decir porque, lo admito, esto es un hablar por hablar sin fin y sin tregua. Voy a tener que tomarme, seriamente lo digo, unas vacaciones.

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